Trabajar en educación desde las emociones

I.G.Villota
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Carmen Carpio y Pilar Gamero presentan el libro 'Emoción y diversidad: Prácticas e investigación educativas' una propuesta para incluir la educación emocional e inclusivaen las aulas tras una investigación con cerca de 80 niños y niñas

Trabajar en educación desde las emociones - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

La profesora de Psicología evolutiva y de la educación Carmen Carpio y la orientadora educativa Pilar Gamero presentaron en Toledo, en el campus tecnológico de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), el libro ‘Emoción y diversidad: Prácticas  e investigación educativas’ una propuesta nítida para incluir la educación emocional e inclusiva en las aulas tras una investigación con cerca de 80 niños  y niñas con necesidades específicas. Lo hicieron acompañadas por el delegado provincial de Educación, José Gutiérrez, quien consideró que se trata de una obra «imprescindible» para alcanzar el objetivo de la inclusión real.

«Es una propuesta para trabajar en educación desde las emociones. Podemos mirar a los niños como seres que aprenden desde el punto de vista académico o podemos mirar desde un punto de vista vital. El ser humano es emoción, pensamiento y actuación», indicó Pilar Gamero, en una conversación con La Tribuna previa a la presentación del volumen.

Incidió en que todos los alumnos tienen «unos dones y cualidades más allá de lo que vemos», con independencia de su diagnóstico, motivo por el que iniciaron este camino para descubrir «estos dones y potenciarlos», manifestó, indicando que algunos de ellos son su capacidad de «intuir, ser creativos, tener sincronías y amar desde el corazón».

«Partimos de la psicología positiva y vemos que todo niño tiene una función muy importante en su familia. Esas potencialidades están por descrubir, hay que potenciarlos y escucharlos y desde ahí educar. Construir personas enteras, coherentes y animar a padres y educadores para que lean publicaciones sobre emociones y trabajen desde ese eje de pensamiento», manifestó.

La primera conclusión de la investigación, dijo, «es que la emoción es el eje de trabajo de cualquier educador. Para ser persona hay que reconocerse y vivirla con el niño».

En este sentido, enfatizó en la existencia de técnicas de trabajo en educación como la música, la atención consciente, la relajación o  el análisis de las familias fundamentales para «ayudar a que la emoción sea canalizada». «Un niño que canaliza su emoción es un niño que saca su parte de salud mental», subrayó.

«Si no hacemos esto caeremos en el peligro de una sociedad competitiva y poco igualitaria y además entraríamos en el peligro de considerar que educar es instruir, y eso es algo que tenemos que dejar pasar», sentenció.

«La inocencia de un niño está por encima de la categoría diagnóstica, de la psicopatología y necesitamos que veamos a los niños como seres que nos vienen a aportar», recalcó.

Invitó a los educadores a «ser personas antes que profesores», leer manuales como este, observar, trabajar con las familias y formarse en emociones.