El 'superpoder' de retrasar la diabetes tipo 2

SPC
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Una alimentación saludable y la práctica de ejercicio regular están en la mano de cada uno para evitar que el cuerpo enferme

El 80 por ciento de los casos de diabetes tipo 2 se podrían evitar o retrasar con una dieta sana y actividad física, solo hay que hacer una cosa: tratar de desarrollar ese superpoder y ponerse manos a la obra para prevenir antes de tener que curar.

A diferencia de la diabetes tipo 1, en la que una reacción autoinmune provoca que las propias defensas del organismo ataquen a las células productoras de insulina del páncreas (la hormona que controla los niveles de glucosa en la sangre), en la de tipo 2 el organismo produce insulina, pero hay una baja respuesta de las células a la misma (resistencia a la insulina). Eso hace que el páncreas deba producir aún más esta sustancia pero, con el tiempo, puede ser insuficiente. Estos pacientes, habitualmente, no requieren inyecciones de insulina, al menos al principio, como sí ocurre en la diabetes tipo 1 con dosis diarias para compensar el déficit de la misma.

El experto Julio Maset, médico de Cinfa, incide en el hecho de que, «al contrario de lo que se piensa, la diabetes tipo 2 puede prevenirse o retrasarse fácilmente. Es una enfermedad estrechamente vinculada a la obesidad, la hipertensión y el colesterol alto, y por lo tanto, muy relacionada con el estilo de vida actual y los hábitos que hemos ido adquiriendo. De hecho, en ocho de cada 10 de los casos, la aparición de esta enfermedad y sus consecuencias podrían evitarse o retrasarse con una dieta sana y el aumento de la actividad física».

Atención a los síntomas

Las dos formas de esta enfermedad afectan casi por igual a hombres y mujeres y pueden manifestarse a distintas edades, si bien la primera suele aparecer en la infancia o en la juventud, mientras que la de tipo 2 es más habitual a partir de los 40 años.

«Es muy importante prestar atención a síntomas como debilidad y cansancio extremo, orinar con demasiada frecuencia, hambre constante, sed excesiva, una pérdida repentina de peso o heridas que no se curan e infecciones recurrentes, que pueden indicar que se ha desarrollado la enfermedad», añade Maset.

Ambas enfermedades, con el tiempo, también pueden provocar daños en el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios debido a ese exceso de azúcar en la sangre, lo que deriva, en ocasiones, en patologías tan graves como el infarto de miocardio, el derrame cerebral, la insuficiencia renal, la retinopatía o el pie diabético.

«Reconocer las señales de alerta puede ayudar a actuar para regular el nivel de glucosa en sangre y  de esa forma prevenir o retrasar las complicaciones habituales de la diabetes y, una vez diagnosticada la enfermedad, a controlarla adecuadamente», señala el experto de Cinfa.

«Llevar un estilo de vida saludable, seguir fielmente el tratamiento, una monitorización estrecha, dieta sana y ejercicio físico regular contribuirán a mantener los niveles de glucosa dentro de la normalidad y, por tanto, a un mejor estado de salud de la persona diabética», concluye.

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