Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Bajo la tempestad

15/01/2021

La tormenta Filomena, que por cierto así se llamaba mi abuela materna, a la que no llegué a conocer, no me sorprendió. La esperaba en la cabaña dispuesto a disfrutarla. Con lo que no contaba era con su tremenda fuerza e intensidad. Creo que nadie había imaginado que podía llegar a tanto y decidir quedarse a ‘vivir’. Ha sido y es una nevada de las antes, de las de medio metro que decía mi abuelo Valentín y que en se convirtió en uno y bien surtido aquí por el Enebral. Luego llegó el frío y por todos los sitios parecía que estábamos en Molina de Aragón, que claro está reivindico para si el récord de pasmos nacional y desde luego regional.
Este es el pequeño diario de los días bajo la tempestad.
Día 7, jueves
Comienza a nevar. A Thorin, mi perro, le gusta ver nevar. Ya la había pisado levemente estos días de atrás que había caído algún algarazo La había pisado, pero hasta hoy, mañana cumple diez meses de vida, no la había visto caer. Hace tres años, me nevó aquí también y duró apenas la mañana siguiente sobre la tierra. Me marché ese mismo día. Pero esta nos vamos a quedar. Ya ha cuajado y cuando este bien aposentada mañana nos iremos los dos a ver huellas por las lindes de los bosques y las alfombras blancas de los caminos y las trochas
Día 8, viernes
Lo de ir a ver huellas hay que dejarlo para mejor ocasión. La tormenta se empieza a poner seria. Por la tarde va a más. Ya ha cuajado a medio día, pero por al atardecer comienza a coger volumen y espeso. Da miedo salir.
Día 9, sábado
Pensaba, hasta anoche mismo, que iba a ser fuerte pero jamás así. La primera mirada me lo dice todo. De aquí no puedo salir y tardaré bastantes días, quizás más de una semana en poder hacerlo con un mínimo de seguridad. Pero no pienso en eso. El espectáculo de la naturaleza es demasiado fascinante y único como para hacerlo. He hecho acopio de leña a cubierto en el porche y tengo provisiones en abundancia. Libros para leer y recado de escribir.
Pero es un tremendo amanecer. La nevada es impresionante. Los techos de lumbreras de los gallineros están al borde del colapso por el peso de la nieve acumulada. Las barras travesañas combadas, alguna de las verticales dobladas y un pilote de obra al borde de caer. Hago lo que puedo, y es poco, por aliviarlos. Las gallinas, en sus casetas, están bien y les dejo pienso en abundancia por lo que pueda venir. Quien disfruta como un poseso es el perrillo, que parece navegar por ella, a veces surfeando sobre los montones donde más se ha acumulado
Las acumulaciones de nieve alcanzan más del metro en muchos lugares y del tejado de la pende una gran masa que logró hacerse desprender.
Encuentro enterradas una pala y un rastrillo de mango muy largo que son mi salvación. Despejo el porche y abro trochas, es fácil con la nieve en polvo, para ir hasta los gallineros, al pabellón y al montón de leña. Arranco el 4x4, pero tan solo para que se mueva el motor.
Como fuerte. Dos buenos trozos de carne. Me reconforta. Tengo comida en abundancia y variada. Vino también. Y hasta un saco de naranjas que me traje el jueves de la gasolinera.
Subo al pabellón de arriba junto al cual hay troncos grandes y me bajo algunos leños más grandes, que me empiezan a faltar y abajo no quedaban apenas. Menos mal que tengo calzado para la nieve pantalones impermeables y una buena zamarra de cuando fui con el Camel a la Patagonia.
Pongo de comer a los pajarillos. Vienen en medio de la ventisca herrerillos, carboneros, pinzones, verderones y hasta un petirrojo. Por la tarde deja al fin de nevar.
Por la noche me llevo un susto. Thorin desaparece y se va por las trochas que he abierto y por las que ha abierto él. No regresa a mis llamadas, me quedo ronco y sin silbido ya y no me queda otra que vestirme de nuevo y salir a buscarlo. El muy canalla esta junto al gallinero del fondo donde viven un gallo y un macho de perdiz muy viejo a los que se dedica a acechar desde fuera de la alambrada. No quiere venir a la cabaña y tras dos intentonas tengo que volver con una cuerda y llevármelo atado. Le regaño y no le dejo estar a mi lado en un buen rato. Pone cara de condenado a muerte y casi tengo que volver la cara para que no me vea reír. Porque el alivio y la alegría de haberlo encontrado prevalecen sobre su perrería. Es un cachorro. Se lo perdono después de tres aproximaciones implorantes.
Hago repaso del día, la cabaña rodeada de espesores de a metro, las techumbres de lambrera de los gallineros al borde del colapso, las barras dobladas por el peso y algunos tramos vencidos. El acopio de leña en el porche ha resultado providencial. Todo rastro de camino está borrado y no puedo plantearme siquiera en moverme.
Día 10, Domingo
La felicidad del sol. Es el saludo del nuevo amanecer y reconforta el espíritu. Los árboles comienzan a liberarse de la nieve. Algunos, un pino y una encina cercanos han sufrido ruptura de ramas por el peso de la nieve, pero los olivos y en general la gran mayoría de las encinas y robles veo que han aguantado muy bien. Enebros y sabinas a esto están más que hechos.
El paisaje es espléndido y estremecedor. Comienza a deshelarse el tejado y le ayudo todo lo que puedo. Desembarazo el coche de nieve, por arriba y por abajo y lo arranco de nuevo y lo muevo un pelo hacia adelante y hacia atrás. No tengo intención de intentar salir en absoluto. Estoy aislado, pero no incomunicado. Me llaman del pueblo, Albalate, amigos y el propio alcalde, también recibo mensaje de la Guardia Civil. En los pueblos estas cosas se llevan mejor y las gentes se ayudan más. No se ponen estupendos pidiendo que la UME venga a limpiarles la puerta del garaje.
Me doy una buena paliza apaleando las lumbreras, pero logro liberarlas de cierta parte de la carga. Una ducha ¡con agua caliente!, las placas ahora no cargan, pero está el motor es el colmo de la felicidad. La cabaña está caliente y el fuego no se ha apagado desde que llegue aquí, y eso fue el día 25 del año anterior. Cada mañana lo primero es reavivarlo, Primero quitar las cenizas, para que respire el tiro mejor luego unas piñas, se abre el tiro y si se ha colocado todo bien en un rato y con él te caliente en la mano ya están las llamas crepitando con alegría.
Amén de los pequeños pájaros se empieza a ver moverse volatería por el espacio. Las torcaces las primeras y en algún momento buitres en misión de descubierta.
Día 11, lunes
La noche del 10 al 11 es gélida. La anterior lo fue mucho, pero esta al quedarse despejado hace bajar la temperatura por debajo de los -12. Pero resulta que, en comparación con otros lugares, y no solo Molina de Aragón, mi pueblo Bujalaro paso de los -16, es hasta calorcillo.
Un bando de perdices viene hasta la puerta de la casa de madera buscando comida. Y la encuentran porque esparcí donde se había despejado un rodalillo en la nieve puñados de trigo. Decreto el cierre de la veda por este año. Con esto el bicherío ya ha aguantado lo suyo.
La nieve se ha helado, pero los días y lo siguieron siendo los posteriores y hasta hoy son espléndidos y una maravilla poder contemplar el paisaje en toda su silencio y su belleza, única, singular, y aunque esta vez no lo sea, ni mucho menos, tanto, efímera. La guardaré para siempre en el recuerdo y no solo en las fotos sino en la recamara del corazón.