Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Vivir en un volcán

30/09/2021

En los medios de comunicación se ha generalizado la referencia a ‘los expertos’, para resaltar las características de la noticia que se esté dando sobre cualquier tema que tenga cierta enjundia científica. De tal manera que se repiten las continuas alusiones a unos supuestos expertos cuando se habla de la COVID-19, o también ahora en referencia a las evoluciones geológicas del volcán de La Palma, que tanto entretiene y que les ha venido a las televisiones como el maná llovido del cielo, en este caso a modo de cenizas y lapilli, en ese marco plasta de telebasura barata en el que se han convertido.

Así que andan todos los tertulianos y los reporteros, estrellas de postín, con que si los expertos por aquí, que si los expertos por allá, intentando redondear frases rimbombantes, grandilocuentes y trascendentales sobre la fuerza de la naturaleza y la pequeñez y debilidad de los humanos, cuando 'los expertos' son ellos mismos que igual saben de vulcanología, de vacunología, de economía aplicada o de fútbol. Lo que haga falta para aumentar sus cuotas de audiencia televisiva.

Al margen de todo esto, y de la pena y el dolor sincero que todos sentimos por los afectados palmeños que están perdiendo sus casas, que son las casas de sus padres y sus abuelos, donde han vivido toda su vida, en ese paraíso verde, fértil, con un clima suave y unas vistas extraordinarias, existe una realidad insoslayable que parece que todo el mundo olvida: Que ese paraíso estaba construido en la falda de un volcán. Que tu casa se pueda ver afectada por lahares, expulsión de lava, proyectiles volcánicos o flujos piroclásticos, es un riesgo probable que necesariamente debe ser considerado cuando vives en la mismísima ladera de un volcán.  

En el caso del volcán Cumbre Vieja, de La Palma, los sistemas de monitoreo y de alerta temprana del peligro, así como la coordinación interinstitucional y la respuesta pública a la emergencia, han funcionado a la perfección evitando cualquier daño personal. Sin embargo, lo que no se entiende bien es la calificación urbanística del suelo en esa zona, permitiéndose la imprudente construcción de viviendas durante años, en vez de haberse establecido una regulación especial de usos del suelo en zonas de alta amenaza volcánica, o convertirlo directamente en un parque natural y protegido.

Es cierto que toda la Palma es de origen volcánico y que de alguna manera podemos decir que toda la isla es un inmenso volcán, pero hay distintas zonas calificables en virtud del distinto riesgo de erupciones y de que te alcance la lava. Con la experiencia de La Palma, es vital que los gobiernos de España y de Canarias, los ayuntamientos y todos los canarios tomen conciencia de la situación en que se encuentran viviendo en las mismas faldas de un volcán, y que las autoridades vayan tomando las medidas necesarias para regular una correcta calificación del suelo a razón del mayor o menor riesgo de cada zona.