El Valle estuvo de diez y los toledanos de matrícula de honor. Con más ganas que nunca de celebrarlo, el tiempo acompañó para disfrutar de un día especial, sobre todo, para los fieles de la Virgen del Valle. No cabía un alfiler. Si de por sí cualquier rincón del entorno natural ayer estaba repleto de toledanos y visitantes al sol, los alrededores de la Ermita de Nuestra Señora del Valle no iban a ser menos. Cientos de personas se reunieron para ver a una imagen diferente, pero icónica en la ciudad. Su pequeña talla a hombros de los hermanos recorrió las colinas que se elevan sobre el río Tajo fusionando su música instrumental con la que, de fondo, disfrutaban otros cientos o miles de personas unos metros más atrás.

La salida, fijada a las 19:30 horas de la tarde, fue uno de los lugares más congregados para los espectadores, que hicieron cola hasta una hora antes por los alrededores para volver a disfrutar de este momento. Incluso, algunos aprovecharon ya que estaban allí para bajar a tocar la campana. Qué haríamos nosotros sin nuestras tradiciones.

Unos 12 hermanos se echaron al hombro la talla de la Virgen María para llevar a cabo el recorrido habitual. Incluso la propia alcaldesa, Milagros Tolón, llegó a cargar con la Virgen del Valle durante un tramo del recorrido. El himno de España tocado por la banda de música hizo vibrar a los asistentes que rompieron a aplaudir en el momento de la salida de la ermita. Arriba, un mirador improvisado desde las alturas esperaba la llegada de la Virgen por esos terrenos de tierra y vegetación. Otro momento a destacar fue cuando la procesión se plantó frente al Convento de San Pablo para saludar a sus hermanas. Desde lo alto, los hermanos posicionan la talla para que mire a la panorámica de Toledo, justo encima del barco de pasaje. Las monjas del convento la corresponden agitando un pañuelo blanco en el momento del encuentro. Con este ambiente inmejorable, una de las patronas de la ciudad volvió a tener el protagonismo que se merece. 
 

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