Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


La costa de los mosquitos

05/06/2020

Por Talavera de la Reina hace mucho tiempo que no pasa un río. Como por Toledo. Pero no se quiere ver. Ni aquí ni allí. En Talavera teníamos dos ríos. Ahora quedan balsas de agua negra, comidas cada año un poco más por espadañales y carrizos. Un ecosistema lacustre, charcón donde el agua somera estancada es el perfecto criadero para mosquitos. El Tajo en Talavera quizá sea hoy el mejor humedal del centro de la península: garzas imperiales, avetorillos, garcetas, moritos, calamones, aguiluchos laguneros, águilas pescadoras de paso… Pero no es un río.
Lo de los mosquitos es una consecuencia. No se puede atacar al síntoma y olvidarte de la causa de la enfermedad. Dejar a una ciudad sin sus dos ríos, el Tajo y el Alberche, tiene un coste. Llámese emocional, social, económico… Y sanitario. Fumigar y desbrozar en primavera es como hacerse una sangría para quitarse la debilidad. Sólo se consigue contaminar, porque los mosquitos emergen por miriadas del caldo putrefacto que nos pasa desde hace décadas delante de nuestras narices. Se pueden montar los teatrillos que se quiera, pero si no se cambia el modelo de gestión del río, si no se restaura a conciencia el cauce y las riberas, renaturalizándolas, devolviendo la dinámica natural al río… poco hay que hacer. El Tajo a su paso por Talavera ya no es un río, es un estanque. El Tajo a su paso por Toledo es un albañal, es el Jarama. Y el Tajo seguirá muerto hasta que digamos basta.
Ayer el BOE publicó la nueva fecha hasta la que se podrá alegar al Esquema provisional de Temas Importantes de la demarcación hidrográfica del Tajo: el 30 de octubre. Pese a las sentencias conseguidas del Tribunal Supremo, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico sigue en sus trece. La teórica fijación de caudales ecológicos no es tal, y pretende perpetuar una década más la situación del Tajo. Pero hay más: pone en riesgo más si cabe el abastecimiento de agua potable desde el Alberche a Toledo, la Sagra y Talavera. Deja a los regadíos del Canal Bajo del Alberche prácticamente fuera de juego. Y perpetúa el trasvase Tajo-Segura, desgajando definitivamente la cabecera y Entrepeñas y Buendía. Un despropósito absoluto.
Podemos seguir ladrando –de vez en cuando– o poner de una vez los puntos sobre las íes. Gobierne quien gobierne en Madrid el Tajo es el cromo que cambiar por votos en Levante. Los colectivos sociales hemos dejado la situación muy clara, aquí, en Europa y en el Tribunal Supremo. Pero sigue sin haber voluntad política seria. Podemos permitir que nos engañen otra vez. O no. Aún estamos a tiempo.