Las presiones no evitan una charla de ciencia en la Divergente

J. Monroy
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'El lado oscuro de la investigación' era el título del espacio, retransmitido por internet, en el que se contaban casos turbios en la ciencia española, que tuvo coacciones en contra

Las presiones no evitan una charla de ciencia en la Divergente

Hasta el último momento, la investigadora toledana Celia Arroyo se pensó mucho el desarrollar la charla 'El lado oscuro de la investigación', que llevaba tiempo organizando. La cita era en la Divergente, ayer, a las siete de la tarde. Las presiones habían sido tantas, que uno de sus compañeros, Alejandro Pedregal, estuvo también a punto de no venir a Toledo y participar on line. Durante los últimos días, habían recibido coacciones e insultos por las redes sociales para que no hablaran, en algunas entradas que hablaban incluso de su vida personal. A la postre, Celia se lio la manta a la cabeza, y el encuentro se desarrolló sin mayores problemas. Ahora ha denunciado lo ocurrido en Twitter y está preparando la denuncia ante Policía Nacional.

Celia Arroyo es investigadora universitaria. Explicó durante su charla que es la primera persona que ha propuesto al Parlamento Europeo la creación de un organismo para prevenir el acoso y el fraude en el mundo de la investigación y académico. «Nos nutrimos de dinero público, cuando se producen estos casos, no se investigan, las investigan las propias instituciones, con lo que no hacen nada, lo que me llevó a presentar esta propuesta, que está a la espera de que la Comisión Europea haga algo», ha explicado.

Son casos como las de Alejandro Pedregal y Antonio Herrera, que también participaron en el encuentro de la Divergente. El primero habló del juicio que ha ganado a un investigador que trabaja para el CSIC «y que le había hecho un despido improcedente». Tras publicar su caso en medios de comunicación, a la postre ha habido presiones y rectificaciones, explica Arroyo.

Las presiones no evitan una charla de ciencia en la DivergenteLas presiones no evitan una charla de ciencia en la DivergenteUn caso más conocido todavía fue el de Antonio Herrera. Él denunció en 2017 un fraude de 2,8 millones de euros: que su jefa, que trabajaba en la investigación de células del corazón, «en los artículos ponía fotos falsas y alteraba los datos, con lo que no eran artículos correctos». Tras aquel escándalo, se retiraron a su jefa varios artículos y la subvención para la investigación. Pero a la postre ha sido Antonio el que ha sufrido las consecuencias. Ya nadie lo contrata en el mundo científico y a finalmente se ha tenido que dedicar a la educación Secundaria.

Arroyo explica que no son casos únicos. Hay otras experiencias en España muy sonadas, de un investigador al que tras una denuncia se le retiraron nada menos que 18 artículos internacionales y varios premios. A nivel internacional ha perdido su prestigio, «pero en España debe tener contactos muy importantes y sigue en la Universidad y presiona a la gente para que los medios se disculpen».