Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


El pobre Patxi López

30/05/2020

Patxi López, por quien siento gran simpatía personal, encarna, a mi juicio, todas las desdichas de una semana políticamente nefasta enmarcada, además, en la tragedia que para todas nuestras vidas está suponiendo el coronavirus. Sí, cometió un enorme error el socialista vasco al no reprender a su socio de coalición Pablo Iglesias por su increíblemente zafio comportamiento en la comisión parlamentaria que, en teoría, está destinada a unir los esfuerzos de los políticos para hacer frente a la reconstrucción del país. El vicepresidente segundo del Gobierno, acusando a Vox de querencias golpistas, protagonizó una nueva campanada en el Legislativo. Y, así, en parte gracias a él, en parte también a Vox, que quiere engrilletar a algún ministro, la comisión de la reconstrucción está a punto de convertirse en la comisión de la destrucción del único puente que ha quedado en pie. Semana horribilis tras meses horripilantes.

Cierto que López se disculpó humildemente, horas después, por no haber actuado con mayor energía frente a la salida de tono de Iglesias, obsesionado en acusar a la formación ultraderechista de Abascal de andar animando un golpe de Estado. Bueno, era un rifirrafe parlamentario más: la víspera, una exaltada Cayetana Alvarez de Toledo se había extralimitado, furiosa porque Iglesias la llamó 'marquesa' -a mí sigue sin parecerme un insulto; seguramente al desclasado Iglesias sí-, acusando de "terrorista" al padre del vicepresidente, que en sus años mozos militó en el Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP). Otra querella judicial más de las decenas de miles que se van a producir tras la pesadilla, o coincidiendo con ella.

El Parlamento, arquitrabe de una democracia, está devaluado, en parte gracias a sus belicosos y belicosas portavoces. Anda como incapacitado para ejercer sus funciones como Legislativo y convertido en sede donde los políticos de distinto signo se disparan a matar. A matar... cualquier consenso: golpismo, terrorismo, marquesados (¿?). Es el mensaje de patio de colegio que están lanzando a una Europa atónita que discute cuándo, cómo y cuánto dinero dar a esa España cuyos padres de la patria deberían estar, y no están, afanados en poner en pie a un país zarandeado, herido por tanta muerte, como desnortado.

La Abogacía del Estado, la Guardia Civil, la Judicatura, han sufrido esta semana severos embates gracias a la pésima acción política. Y el propio Ejecutivo aparece cada día más cuarteado, socavado por esos dos gobiernos que conviven en un mismo Consejo de Ministros. La crisis Marlaska, es decir, la de un ministro del Interior enfrentado nada menos que con la Guardia Civil, ha hecho estallar, aseguran, las ya de antaño malas relaciones con la ministra más en alza, Margarita Robles, que tampoco parece una fan del vicepresidente Iglesias (bueno, en realidad, son varios los ministros que no se calificarían precisamente como entusiastas del señor Iglesias, que se ha colocado en el foco de todas las rencillas).

Así va la cosa, cuando este Gobierno está a punto de cumplir 140 días de agónica existencia (y lo mismo digo de la oposición). Se comprende que la lucha contra la terrible pandemia haya agotado a algunos, desatado las peores pasiones de otros y abrasado a alguno. Pero no sé si Pedro Sánchez, a quien hay que reconocerle al menos dedicación en el combate al virus, aunque no siempre acierte en la estrategia de las batallas, y a quien hay que atribuir alguna iniciativa loable, como la del ingreso mínimo vital, encontrará tiempo y valor para remodelar su Gobierno.

Para mantenerse, en el sentido lampedusiano, Sánchez ha de cambiar algo: tiene que hacer una crisis de Gobierno en toda regla. Porque el elenco ministerial ya está en crisis innegable, por mucho desmentido que algunos, empezando por Sánchez, tal vez engañándose (también) a sí mismo, se empeñen en lanzar. Ya se acerca el ay, pobre de mí: pobre Patxi, metido en el berenjenal de deconstrucción en el que está; pobres de todos nosotros como esto no se arregle ya. No es tan difícil, caramba. Lo difícil es hacerlo peor.