Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Vértigos en las montañas de cereal

13/03/2023

Vértigos en las montañas de cereal
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A pesar de los precios imposibles que han tenido en este tiempo las materias primas, España ha importado desde julio y hasta primeros de marzo, un 83 por ciento más desde países terceros; en suma, unos 10 millones de toneladas, según datos de la Comisión Europea cuando todavía quedan más meses de compras.
La cifra resulta muy llamativa, fundamentalmente por el contexto económico, al menos por la carestía y los efectos que pensábamos había provocado en la reducción de la cabaña de cebo, así como en los tiempos de engorde, tal como vienen señalando las propias organizaciones agrarias, y como acusan hoy algunas lonjas como la de Binéfar que anotan una fuerte subida de la reposición porque dicen que no hay vacas suficientes al aumentar los envíos a sacrificios para reducir carga.
Antes de que Rusia iniciara la guerra en Ucrania ya sabíamos que nuestro país necesitaba traer de fuera entre 10 y 12 millones de toneladas de grano para hacer piensos sobre todo, siempre que la cosecha nacional resultara más o menos normal ya que los consumos  y otros destinos rondaban los 38 millones de toneladas por todo lo que crecieron algunas ganaderías. Así por ejemplo, cuando los balances nacionales oscilaron entre 20 y 24 millones de toneladas de recolección, incluyendo maíz, había que importar esas cantidades hasta que empezaran las siegas de julio.
Por esa razón, cuando aquel 24 de febrero supimos que perdíamos el principal granero de Europa, o incluso el de Rusia por la política de sanciones, había que cambiar de estrategia y mirar a otros proveedores como Estados Unidos, Brasil o Argentina para evitar el desabastecimiento. Y de ahí que el Ministerio de Agricultura, a una semana de la necesaria renovación del corredor del Mar Negro que negocia la ONU, afiance el mensaje de que España ha logrado en todo caso garantías de otras latitudes.
Y así lo acreditan los silos de los puertos españoles atestados de maíz, trigo, cebada, soja y otras materias primas que estarían provocando en este momento una fuerte presión a la baja de los precios de interior como recogen las lonjas de Castilla -La Mancha en las últimas sesiones.
En la de Albacete, por ejemplo, su presidente, Jorge Navarro, dice que no recuerda descuentos tan abruptos de una semana a otra como acaban de hacer en la reunión del jueves: 10 euros de caída por tonelada en cebadas, y 7 en el caso de los trigos.
En cooperativas, en la última sectorial de herbáceos, el portavoz regional, José María Ciudad, recordó la importancia de planificar las ventas con un criterio más continuado y no retener por retener ya que unas subidas tan repentinas siempre pueden volverse en contra en un escenario tan cambiante. Así por ejemplo, aquellos que no vendieron antes de diciembre por partir fiscalmente la cosecha, deben estar ahora arrepintiéndose.
Navarro, que también es presidente de Asaja en una provincia de gran tradición en el cultivo de trigos de calidad, dice sin embargo que hay «cuatro multinacionales que se están enriqueciendo» aprovechando la tensión internacional, a lo que se suman ahora otros factores como el abaratamiento del petróleo y por tanto de los fletes de los barcos que son capaces de inundar la estiba de Tarragona, Sagunto o Cartagena a precios tan competitivos como 'baratos' para los agricultores que sembraron con insumos desbocados.
Por eso, la tensión se instala en cada reunión, porque el gasto ya está hecho en semillas, fertilizantes, y gasóleo B, en su momento mucho más caros.
Pero volviendo al principio. Si hemos importado ya casi 10 millones de toneladas, y quedan todavía unos cinco meses para que entre grano nuevo en los almacenes, a pesar de saber que veníamos de una cosecha nacional muy corta por la sequía, ¿es porque los censos ganaderos y el consumo de piensos no han bajado tanto como pensábamos? o ¿es porque se está haciendo acopio a precios ahora más competitivos por lo que pueda pasar? Los operadores al menos andan contratando silos en esos puertos para guardar lo que llega. Es verdad que tampoco está claro ni el final de la Guerra, ni cuánto podrán cosechar en los minados campos de Ucrania, ni la estrategia de China con su política comercial, ni siquiera nuestra próxima recolección de cereal, otra vez amenazada por la ausencia de precipitaciones. Normal entonces que el vértigo, o en otros muchos casos el miedo, se hayan instalado en las abultadas montañas del cereal de los puertos hasta que abril y mayo despejen algunas de las incertidumbres del año.