Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


El buen alumno

02/11/2022

La dirección de los partidos políticos suelen ser órganos colegiados en cuyo seno se mantienen los debates de enjundia en los que se establecen las líneas de actuación ante los grandes y graves problemas nacionales, y ofrecer su respuesta. Esos órganos suelen reunirse a puerta cerrada para que el debate sea lo más libre y amplio posible, y salvo una época en la que el PCE e Izquierda Unida decidieron abrirse en canal y retransmitir sus enfrentamientos "en abierto", todos mantienen un alto grado de opacidad sobre sus controversias, aunque ya se sabe que el que discrepa no sale en la foto  y que el coro de acólitos del líder suele ser más abundante que el de los críticos.  

En ese ámbito es cuando al líder del partido le aconsejan como actuar para que aparezca como el gran hacedor de la política de su partido, que marca estrategias y tácticas.  Siempre hay voces críticas que se escapan de este marco, actúan como versos sueltos, no se prestan a lavar los trapos sucios en casa y airean las diferencias.  Pero últimamente y en el caso del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, además de sus compañeros de viaje hay otros actores dedicados a darle lecciones sobre cómo tiene que actuar en los asuntos más delicados. Y el presidente del PP ha resultado ser un buen alumno.  

Si, como dice uno de los responsables de la nueva dirección, Feijóo ya se había dado cuenta el pasado miércoles de que Pedro Sánchez pretendía engañarle y a su juicio jugaba con dos barajas para cambiar el delito de sedición, habría hecho bien en manifestarlo en ese mismo momento. Porque el jueves se desayunó con un titular en la portada de un medio de comunicación nacional en la que se manifestaban los temores de su propio partido a "la derecha política, judicial y mediática" por a su pacto sobre el CGPJ, sin identificar a los representantes de esos sectores –salvo a una- y sin saber por tanto su grado de representatividad, ese que se consigue pasando por las urnas. Así, Feijóo, que podría haber demostrado independencia de criterio, olfato político y el liderazgo dentro de su partido ha quedado dibujado como rehén de esos sectores más conservadores, le han arrebatado el aura de político moderado, y su partido y los medios afines, vía encuestas, se encuentran ahora obligados a trabajar para restaurar su imagen dentro y fuera de su organización en la que se le muestra como un primus inter pares.  

Dentro de ese proceso de aprendizaje otros sectores del PP, que no se identifica si son los mismos que condicionaron su decisión de mantener el bloqueo del CGPJ, le advierten del riesgo de acercarse al PNV porque "no son de fiar", como demostraron en la moción de censura contra Mariano Rajoy, después de aprobarle los Presupuestos. Pero en política hay que hacer de la necesidad virtud y ponerse a contar escaños para sumar la mayoría absoluta nada más conocerse los resultados electorales, y si la suma con el PNV y otros partidos menores la ofrece, ese pacto está hecho, como en otras ocasiones. Los que le previenen de ese riesgo pueden ser los mismos que no ven otra alternativa que el pacto con Vox. Feijóo ya sabe quiénes son los preceptores a los que tiene que hacer caso y aprender si no quiere acabar como su predecesor.