Un 'Narco' poco amigo de los estupefacientes

Mario Gómez
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La Policía Local de Toledo cuenta desde hace seis años con un perro especialista en detección de drogas. Su jubilación está próxima y con ella peligra el servicio que da al no existir relevo

Un ‘Narco’ poco amigo de los estupefacientes - Foto: David Pérez

No todos los 'narcos' están del otro lado de la ley. Tampoco son demasiados los que colaboran con la policía en la persecución de estupefacientes. A decir verdad, puede que «Narco», sea el único que combata el tráfico y la distribución de estupefacientes. Lo hace desde la Policía Local de Toledo desde hace más de un lustro.

A pesar de que el cuerpo no cuenta con una unidad cinológica, Narco es uno más en la plantilla. En parte gracias a la propuesta de Tamara Antón, quien debido a su «pasión por los animales», solicitó formarse como Guía de Perros Detectores de Drogas y Estupefacientes junto con Narco, un perro que le regaló un amigo y que ya tenía nociones en este campo. Una decisión que «ha facilitado mucho el trabajo de la Policía», como la propia agente declara.

Principalmente los operativos en los que participa Narco se desarrollan en centros escolares y en controles de tráfico. En los primeros se evita el consumo de drogas por parte de los menores, en los segundos, se combate la problemática de las drogas al volante. 

«Depende como reaccione (Narco), se sabe si la persona porta, consume, o si ha pasado droga», explica Antón. Ello denota el vínculo entre guía y perro, que va más allá del ámbito profesional y trasciende al plano más personal. «Cuando te metes en el tema del perro, te implica tanto que al final es algo que está vinculado a ti», explica la agente que además convive con el perro. De este modo, aunque en ocasiones su cometido es otro, siempre que se requiere de la actuación del perro, es Antón quien le acompaña. En la Policía Local de Toledo, hay tres agentes habilitados como guías caninos, pero al existir un único perro, solo Narco y su dueña desarrollan esta tarea. «Sería positivo que al menos hubiera otro detector de drogas», argumentando que «trabajando al máximo de actividad, un perro dura 20 minutos, y Narco por su forma de ser puede doblar ese tiempo». 

La agente destaca la buena acogida que siempre tuvo el animal entre los ciudadanos «es muy conocido en Toledo», y cuenta que ya a casi nadie sorprende ver a la Policía con el perro y que «la gente lo acepta, porque trabajando con el perro la gente no se molesta», a buen seguro el carácter jovial y desenfadado de Narco da confianza.

Cuidarlo durante tantos años el perro ha supuesto un «esfuerzo y compromiso personal y con el perro», ya que Antón explica que haberlo apartado de la detección de estupefacientes «le frustraría».

El adiestramiento «fue duro», 480 horas de formación que han sido necesarias «refrescar con cursos para perro y guía», y en la que la agente destaca la importancia de la socialización del animal y del carácter juguetón de Narco, lo que ha favorecido que «pueda desenvolverse en cualquier tipo de ambiente, superficie y momento del día».

Sin duda, el problema llega al preguntar por el futuro. Al ser el único animal con el que cuenta la Policía, y rondar los nueve años, su jubilación está próxima. «Aguantará mientras que pueda y esté en condiciones», explica la guía canina, ya que en otros cuerpos como máximo su vida activa se prolonga hasta que cuentan ocho o nueve años en el mejor de los casos. A su parecer, es el momento de que «cambien las cosas», para que quede patente que «interese realmente y se pongan los medios adecuados», ya que si no, asegura que «se va a acabar este servicio», por lo que demandan más perros y mejores dotaciones. 

Mientras tanto, Narco será el peor enemigo de las drogas en Toledo, dentro de su «juego» de buscar estupefacientes.