Tanta revolución y tanta tinta derramada y luego sólo son capaces de realizar soflamas autoritaristas para mantener limpio y en propiedad el sillón del poder.
Esa izquierda cobarde que se atreve a proclamar su animadversión para con la soberanía nacional. Si fueran valientes obrarían en consecuencia y no hubieran dejado que se sustrajera el poder del pueblo soberano a toda la ciudadanía española.
Si no fueran esa izquierda cobarde, en lugar de utilizar los medios regionales y regionalistas en su propio beneficio, habrían utilizado su dedo acusatorio, en beneficio de la generalidad, perno lo han hecho en beneficio de los usurpadores de la Generalitat.
Esa izquierdita que sólo insulta cuando quien graba es un medio de comunicación afín. Esa izquierdita que sólo agrede cuando sabe que la mayoría no escucha (caso de Fontanar). Esa izquierdita que sólo usa las redes para golpear y vilipendiar a los que no opinan como ellos y al que se atreve a levantar la voz, lo acallan con amenazas, trols, chatbots y demás zarandajas pagadas con dinero público.
Valientes son aquellos que han mantenido firme su palabra y han dicho que no a lo que defiende el PSOE de Sánchez. Al menos sabemos que hay un Page que tiene sus cabales en posición de firmes, y ha firmado su carta de renuncia a la afiliación socialista. Pero el otro, el que tiene cargo, ese se agarra como gato escaldado. Uñas y dientes para sonreír, pero al pobre no le dejan hacer lo que quisiera, ¿o sí?
Esta es la izquierdita cobarde, la que vende la moral, por un saco de monedas. La que se esnifaba los fondos públicos en Andalucía, la que se vendió por un manojo de consejerías a Podemos en Castilla-La Mancha, porque cualquier cosa era poco con tal de volver a la poltrona castellanomanchega. Nada es suficiente, se creen por encima del bien y del mal.
No son valientes en la izquierda ni siquiera para decir que quieren recaudar más. Ponen de parapeto a los ayuntamientos (donde no gobiernan) para que sangren a los vecinos con un nuevo canon del agua. ¿Han visto Robin Hood? El que mandaba subía impuestos y obligaba a los súbditos a pagar cada vez más, para su propio beneficio, ¿de quién? Lo saben, la izquierdita cobarde.