Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


El embarcadero de Brazatortas

18/04/2024

No podía estar más contenta, por tener que ir a Brazatortas para moderar una mesa redonda de unas jornadas dedicadas a la ganadería extensiva en la que se hablaría de trashumancia, de problemas sanitarios derivados de la interacción de los ecosistemas agrarios y naturales, de medidas de bioseguridad, de la conservación de los recursos genéticos ganaderos - tan valiosos para mantener la variabilidad genética y la diversidad biológica como los silvestres-, o de la producción de carne de calidad en pastoreo que cuida el entorno. Tan feliz, no solo por salir del despacho y poder debatir con expertos en estas materias en un lugar tan significativo para la ganadería y la trashumancia en España, sino también porque la primavera en el Valle de Alcudia es de una belleza fascinante.
En este territorio se conoce de la presencia humana desde la Prehistoria, particularmente en el Neolítico, que ha ido modificando el paisaje, en particular con la minería y con la ganadería, dada la abundancia de pastos. Su situación privilegiada en la ruta medieval entre Castilla y Andalucía contribuyó a su prosperidad al convertirse, bajo la Orden de Calatrava, en el lugar de invernada de muchas de las ovejas trashumantes de La Mesta. Su aislamiento posterior y las desamortizaciones han mantenido su carácter rural y ganadero.
Pues bien, dio la casualidad de que, desorientada buscando mi alojamiento, di con el embarcadero de ganado, abandonado y ocupado por la maleza, de la estación de tren de Brazatortas-Veredas. Testigo activo del efecto del progreso sobre la práctica ancestral trashumante, al recibir muchos de los animales que antes caminaban por la Cañada Real Segoviana desde las invernadas a las veranadas y viceversa. 
Esta línea de ferrocarril se construyó después de la promulgación de la Ley General de Ferrocarriles de 1855 que, aunque con mucho retraso respecto al resto de Europa, declaró finalmente al ferrocarril servicio público y reguló las concesiones, hasta entonces poco operativas, que debían restituirse al Estado, a su término. Fruto de esta ley es el diseño radial con centro en Madrid y el ancho de vía ibérico, diferente al que se impuso en países vecinos, pues técnicamente entonces parecía acertado una vía más ancha que permitiera calderas más grandes en las locomotoras, dándoles potencia y velocidad con la que recorrer nuestra complicada orografía.
La llegada del tren fue un hecho transcendental que cambio profundamente a la sociedad de la época y, por supuesto, a la ganadería, ya que dejaron de ser imprescindibles los viajes de largas semanas para alimentar a los rebaños. El heno, la paja, el pienso y el agua podían trasportarse en vagones, al igual que los animales, en pocos días. Así se deslindaron veredas para llegar hasta las estaciones, donde se construyeron embarcaderos con corrales, mangas y rampas a distintas alturas para subir las ovejas a los pisos de los vagones. En los noventa, se generalizó el transporte por carretera, estos trenes ganaderos dejaron de dar servicio y los embarcaderos se resignaron al olvido.