Iniciando su discurso, el alcalde de Toledo, apreciando la solemnidad aportada por la presencia del Príncipe de Asturias en el acto de entrega de los premios anuales de la Real Fundación de Toledo, expresó «en nombre de la ciudad de Toledo nuestro reconocimiento por su trabajo y su esfuerzo» a los premiados. En este punto, destacó que cada uno de los nombrados, desde los ámbitos tan dispares en que desarrollan su actividad, «nos ofrece un excepcional ejemplo del necesario compromiso cívico para la preservación del patrimonio y la consolidación de la cultura como pilares esenciales en nuestra convivencia». Esa pluralidad, apuntó, «nos incita a reivindicar, una vez más, el valor del diálogo y del acuerdo».
Y puesto que el acto tuvo lugar en el Palacio de Congresos, tuvo a bien recordar que el espacio, «moderno y funcional», hunde sus raíces «en lo más profundo de nuestra ciudad y nuestra historia». Y no sólo, matizó, «porque para levantarlo ha habido que excavar muchos metros en el sólido granito toledano», sino porque «en este mismo lugar se levantaban los conjuntos palaciegos donde en 1221 nació Alfonso X El Sabio, protagonista fundamental de la historia de la monarquía española, de nuestra cultura y nuestra ciencia».
Y es que el alcalde no olvidó recordar a «uno de los toledanos más destacados de nuestra historia» por la extraordinaria lección de tolerancia y convivencia que su trabajo supuso. Porque, afirmó, «diálogo y entendimiento son las apuestas más inteligentes para superar los problemas».
Sobre el Palacio de Congresos -«contribución que la actual generación hace a la ciudad»- el regidor municipal se refirió a él como «una ambiciosa apuesta del Plan Especial del Casco Histórico» que inició su antecesor, José Manuel Molina, a quien saludó «de forma especial». Así, y destacando que la nueva corporación (socialista) asumió la conclusión de las obras «a pesar de las dificultades técnicas y económicas», García-Page aseguró que este proyecto heredado fue entendido «como una obra necesaria para la ciudad». Ahora concluida, no obvió indicar que ha sido posible «construyendo día a día» y convencidos «de que levantando ladrillo a ladrillo podíamos alcanzar la meta». Una receta «que hoy se precisa para salir del hoyo en que se encuentra nuestra situación socioeconómica: construyendo, no destruyendo».
Nombró, como no podía ser de otra forma, a Rafael Moneo para «agradecerle la dedicación, entusiasmo e inteligencia» necesaria para hacer realidad este Palacio de Congresos, «un magnífico edificio» que «enlaza con la de aquellos maestros que levantaron edificios tan increíbles como la Catedral, el Alcázar, las sinagogas, el Acueducto o el Artificio de Juanelo».
«Somos, sobre todo, españoles». Hablando en boca de todos los toledanos, finalizó el alcalde su intervención asegurando que «los toledanos somos de todos los estilos, de todas las religiones, de todas ideológicas y de todas las regiones de nuestra nación. Somos cristianos, judíos, árabes, castellanos, catalanes, vascos, gallegos, andaluces…, somos, sobre todo, españoles». Distintivo que, según Emiliano García-Page, «así ha sido a lo largo de nuestra historia y así queremos que continúe siendo». Por ello reafirmó «nuestro compromiso y vocación de continuar manteniendo la mano tendida a todos cuantos quieran arrimar el hombro por el bienestar, el progreso, el desarrollo y el futuro de Toledo, de Castilla-La Mancha y de España».
Fue el momento propicio para citar a la Corona como «sólido punto de encuentro para nuestra sociedad y convivencia». Recordando que comparte «generación con Su Alteza», afirmó «con rotundidad que todo lo bueno que ha ocurrido a España en las últimas décadas ha contado con el respaldo de la Monarquía». A ello, sentenció, «respondemos los toledanos con lealtad, admiración y cariño».