"No hay que centrarse en entender el arte, sino en emocionar"

M. Albilla (SPC)
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ENTREVISTA. La fundadora de esta galería defiende que hay arte para todo el mundo, «lo que hay que saber es cómo conectar esos mundos»

"No hay que centrarse en entender el arte, sino en emocionar"

Chiquita Room es casa. Es un hogar para el arte. Es un proyecto íntimo, personal, en el que se habla desde la intuición y el amor. Laura González Palacios es su fundadora y directora y aunque en una casa haya puertas, ella está dispuesta a dejarlas siempre abiertas para los artistas, los coleccionistas y quienes tengan interés por comprender que el arte solo mejora la vida.

¿Cómo surge la idea de fundar Chiquita Room?

En 2013 fundé Chiquita Ediciones para cubrir una necesidad personal de estar relacionada con lo creativo, con el medio artístico. Soy muy sensible al dibujo y al papel. Me parece tan austero que me interesa mucho. Conocí el libro de artista a través de una amiga y me interesé tanto que empecé a formarme, fue creciendo mi grupo de amistades en torno a artistas y sentí que el arte no puede ser solo para las élites. Esto coincidió en un momento en el que yo estaba buscando cómo afrontar mi futuro profesional y, luego, apareció el espacio... Y pensé, vamos a darle una casa a la editorial y abrirnos al mundo de las exposiciones... Y de esto ya han pasado cinco años. 

¿Fue complicado emprender un negocio tan personal como este? 

Empecé de una manera un tanto inocente al principio y le he puesto mucha pasión y mucha ilusión para conseguir que el arte sea para vivir mejor. 

Yo entiendo el arte como una fuente de conocimiento, de conexión, de debate, de contemplación y pura relación con la belleza. Y pienso que esto es para todo el mundo, independientemente de que esté interesado en comprar.

 

He puesto mucha pasión e ilusión para intentar transmitir que el arte sirve para vivir mejor"

¿La bienvenida del sector fue acogedora... u hostil?

Más que hostil... distante. Cuesta entrar. Hay que ir atravesando ciertas etapas. Decían que cómo podían pasar tantas cosas en un espacio tan pequeño. Me dediqué a explorar y experimentar... y salían proyectos un poco locos.

¿No ha escuchado en mil ocasiones decir a la gente que no entiende el arte contemporáneo?

Sí, siempre. Pero algunas veces respondo que no hay tanto que entender... Otras, sin embargo, pienso que es que hay que explicar cosas. Es cierto que el proyecto de Chiqui-ta Room es bastante conceptual porque me interesan mucho los temas que son importantes para las personas en diferentes escalas. Suelo trabajar con artistas con investigaciones de profundidad, y claro, ¿cuál es mi trabajo si no explicar esos proyectos que aquí defendemos? Creo que es una tarea implícita de mi labor, hablar con la gente de lo que aquí se está exponiendo.

Pienso que el mundo del arte puede hacer un poco de autocrítica en este sentido porque se ha situado en un punto de discurso crítico... No tiene que hacer falta tener un doctorado en Filosofía para leer un texto de sala. No todo tiene que estar en una esfera tan intelectual.

Pero no hay que centrarse tanto en entender como en emocionar. Eso va en el ADN de este proyecto.

¿España es un país con amor al arte?

Tal cual me lo preguntas, me surge explicarlo de dos maneras. Una es la precariedad que envuelve al sector, que es muy difícil trabajar en según qué condiciones, eso de por amor al arte... no puede ser. El arte debería ser un servicio público y tener más presencia en la educación.

Entendido como la pasión por lo que hacemos, eso sí que va más allá de países o de lenguas. Hay mucha gente en este sector con mucha pasión, que conecta mucho con lo que hace y se mueve desde una dimensión existencial.

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