Su vida ha estado tan marcada por el éxito como por el escándalo, pero su obra no deja de tener las puertas abiertas, incluso aunque él no pueda cruzarlas. Roman Polanski cumple hoy 90 años y lo hace a punto de presentar su próxima película, The Palace, fuera de concurso en el Festival de Venecia.
El cineasta francopolaco nacido en París el 18 de agosto de 1933, que no viaja a países donde corra peligro de ser extraditado, rodó esta última cinta en la localidad suiza de Gstaad -donde tiene una residencia- para contar la Nochevieja de 1999 en un lujoso hotel de los Alpes en el que se cruzan los destinos de clientes y trabajadores.
Escuchar su nombre junto a otros igual de manchados por acusaciones de naturaleza sexual, como Woody Allen o Luc Besson, para ocupar lugares de honor en el Lido causó una nueva ola de indignación asociada a su nombre. «No veo dónde está el problema. En el caso de Polanski, es paradójico. Han pasado 60 años. Polanski ha admitido su responsabilidad. Ha pedido perdón. Ha sido perdonado por la víctima, la que ha pedido que se ponga fin al asunto», justificó en julio Alberto Barbera, director artístico del Festival de Venecia.
Sus palabras hicieron referencia a la acusación que pende sobre el cineasta desde 1977, la de la de violación a Samantha Geimer cuando ella tenía 13 años y él 43.
El responsable de obras maestras como Chinatown negó inicialmente los hechos y luego acabó reconociendo haber tenido relaciones con la menor, aunque solo para huir de Estados Unidos poco después, evitando una posible pena de décadas en la cárcel. Se refugió en Europa y no volvió a pisar la nación norteamericana, ni cuando ganó el Óscar a la mejor dirección por El pianista, en 2003, el mismo año en el que Geimer lo perdonó públicamente (aunque sin dejar de confirmar que los hechos habían ocurrido). Con renovado impulso en la era del #MeToo, otras mujeres también alzaron la voz en los últimos años para denunciar supuestos abusos por parte del director.
Holocausto y sectas
Hijo de un vendedor de discos polaco de origen judío que regresó con su familia a Cracovia cuando él tenía tan solo tres años, la vida de Polanski ha mezclado grandes éxitos, grandes escándalos y grandes tragedias.
Su familia sufrió en primeras carnes la persecución nazi, que acabó con la vida de su madre, embarazada cuando fue asesinada en una cámara de gas, mientras que su padre sobrevivió a Mauthausen.
Comenzó su andadura tras la cámara en 1955 y en los 60 se le abrieron las puertas de Hollywood, donde rodó El Baile de los Vampiros -en la que conoció a la actriz Sharon Tate- o La semilla del diablo. Y fue en la Meca del cine donde le sobrevino otra tragedia. En 1969, cuando Tate ya era su esposa y estaba embarazada de ocho meses, fue asesinada por la secta de Charles Manson, en la casa donde vivían.
Más tarde, rehízo su vida con la actriz francesa Emmanuelle Seigner, que se convirtió en su musa.
Ahora, a sus 90 años, Polanski vuelve a ser uno de los nombres centrales del irresuelto debate sobre la separación de la obra y el autor.