Prevención, Reacción y Unidad

Francisco J. Rodríguez
-

Los Policías Nacionales implicados en el rescate de una jóven en el Tajo el pasado 11 coinciden en que el tiempode reacción fue crucial y el ser tres efectivos: «Una sola persona no hubiera podido sujetar la cuerda con la corriente tan fuerte»

No es un error. El titular es premeditado. Es un ligero cambio de siglas de la denominada UPR (Unidad de Prevención y reacción) de la Policía Nacional que sirve para mostrar a la perfección la labor que el pasado 11 de noviembre desempeñaron tres de sus agentes.

Se trata, concretamente, del oficial Pablo Fernández y los agentes Enrique Redondo y Alberto Pérez. Los tres forman la patrulla de la UPR de Toledo que salvó la vida a una joven que se arrojó voluntariamente a las aguas del Tajo.

Un ciudadano que paseaba la mañana del 11 de noviembre por el puente de Azarquiel presenció como la joven dejaba una mochila en la barandilla y, acto seguido, se arrojaba al río. Rápidamente llamó a emergencias, y el avisó entró al 091. Pablo, Enrique y Alberto se encontraban en esos momentos en Bisagra, realizando labores de ‘prevención’. Su ubicación fue fundamental para poder llegar en cuestión de minutos a la zona.

Es más, bajaron río abajo tratando de adelantarse a la corriente, buscando una zona de acceso desde el Puente Nuevo de Alcántara que les permitió llegar hasta los pilares del otro puente, el romano.

Allí la visibilidad era muy reducida, la propia estructura impide ver río arriba, por lo que también fue importante la colaboración de los agentes de la Policía Local y de algunos vecinos que contemplaban la escena. Ahí llegó el momento de la ‘reacción’, la gran reacción que tuvo Enrique Redondo.

Él fue el encargado de tirarse al agua. Sin dudar un instante y poniendo en peligro su vida. Le había tocado la pajita más corta debido a su experiencia en rescate y salvamento acuático. Es natural de Gijón y está acostumbrado a lidiar con la fuerza del mar. Pero no sospechaba que el río tajo, con su insalubre color y sus aguas aparentemente mansas, es en realidad una trampa mortal.

«Lo volvería a hacer sin duda, pero ahora con el conocimiento del peligro del río», señala el agente, que sabía que «con una víctima en el agua hay que entrar, somos los primeros en llegar y hay que actuar».

Su actuación fue tan repentina que no le dio tiempo ni a quitarse las botas. Se desabrochó el cinturón, con el arma reglamentaria y el resto de equipo, pero justo cuando se iba a poner con las botas le gritaron que la chica se acercaba. No tuvo tiempo para dudar. La ‘reacción’ fue clave en todo el rescate.

«Somos precisamente eso, Unidad de Prevención y Reacción», destaca el héroe gijonés que, aunque fue el ejecutor material del rescate, no hubiera podido hacerlo sin la colaboración de sus otros dos compañeros. Ahí entra en juego la ‘unidad’. No como fracción de la fuerza policial, sino como elemento unido y cohesionado.

«Una sola persona no hubiera podido sujetar la cuerda con la corriente tan fuerte», destaca el oficial Pablo Fernández, que en un momento del rescate se metió en el agua para tratar de ayudar a su compañero y tuvo que desistir ante la fuerza de las aguas.

El hecho de que la furgoneta de UPR fuera equipada con un kit de auxilio es otro detalle que resultó básico para llevar a cabo el rescate. «Era la primera vez que se usaba, nunca antes lo habíamos utilizado», destaca Alberto Pérez, que sabe que «sin la boya de salvamento el agua nos hubiera arrastrado».

«Era la primera vez que me tiraba a las aguas de un río, y lo que viví es que la corriente es fortísima. Parece que por arriba ni corre, pero mira... si no llegan a estar los compañeros con la cuerda nos hubiera arrastrado a la chica y a mí hasta la presa. Yo no la hubiera soltado, y seguramente no habríamos salido vivo ninguno de los dos», afirma con crudeza Enrique, que por suerte se vio respaldado por los otros dos miembros de su unidad.

Además, en el último momento, también fue importante la llegada de los bomberos al lugar, que «colaboraron y facilitaron el rescate, pero la intervención fue nuestra», recuerda Pablo Fernández, que como sus compañeros no quiere entrar en polémicas de atribuciones.

«Nosotros colaboramos totalmente entre cuerpos, tanto ellos como nosotros», corrobora Alberto Pérez, que prefiere quedarse con el resultado positivo de la intervención.

Y es que, los tres agentes de la Policía Nacional coinciden en que es mejor salvar a los buenos que coger a los malos. «Los servicios humanitarios dan más satisfacción», resaltan tras haber salvado una vida.

Para Pablo además la satisfacción vino doble, porque casi 48 horas después del rescate en el Tajo tuvo que asistir junto a otra compañera a un hombre que sufrió un infarto en Zocodover.

Lo importante en todos estos casos, inciden, es «el trabajo en equipo y que todo salió bien».