Ignacio Olmos, nueva cantera taurina toledana

Dominguín / Illescas
-

Encierro colaborador para el triunfo el enviado por el ganadero toledano Fernando Peña. El presidente fue el otro protagonista de la novillada al negar trofeos a los novilleros

Ignacio Olmos, nueva cantera taurina toledana - Foto: Dominguín

Otro domingo más en Illescas, otra ilusión para los tres participantes en la novillada que hace la tercera en el certamen ‘Soy noviller@’. Buen ambiente y más público en los tendidos que en otros días quizá por la presencia de un paisano  de verdad en los carteles, que hace a la gente trasladarse a animar a su torero a la cubierta de la localidad sagreña.

Pero hoy la gente que ha ido a disfrutar de una novillada ha salido dándole vueltas a la cabeza que han visto algo nuevo, ilusionante y que seguro dará que hablar. Su nombre, Ignacio Olmos, y viene de Mora, ayudado en todo por el matador de toros Eugenio de Mora, no puede negar ni las condiciones ni lo aprendido por su maestro.

Pese a su bisoñez, pese a lo poco toreado que está y que estamos a principio de temporada, estamos ante un posible diamante en bruto, que pulido convenientemente y fogueado con mimo y cuidado por las plazas de la tierra se obtenga un brillante torero para nuestro futuro.

Decidido, salió a recibir a su primer novillo y cruzó el albero de la plaza para plantarse delante de la puerta de toriles y rodilla en tierra recibir al eral de Peña pese a que este intentara en su embestida llevársele por delante. Luego con la rodilla genuflexa, lanceó de capa de manera prodigiosa al novillo. Tras el recital de quites, se colocó en el centro del anillo e imitando al genial Pepe Luis Vázquez le recetó su cartucho de pescao y le dio tres estatuarios que fue un clamor jaleado por el público.

Con la pañosa comenzó un toreo fundamental con más altos que bajos, con temple en las muñecas y remates que se quedaron plasmados en las retinas de los asistentes como láminas taurinas de un cartel de toros. Por ambos pitones, el moracho le recetó muletazos con clase y bajando la mano para así someter a la res.

Valiente cierre de esta faena cerrado en tablas dando un ramillete de ayudados por alto, tras lo cual se perfiló para enterrar todo el acero hasta la empuñadura. Una oreja que supo a poco y que para casi todos los asistentes era de dos apéndices visto los trofeos otorgados en el certamen.

Para rematar la tarde, Olmos en el sexto salió a por todas sabiendo de tener que cortar oreja para salir a hombros. De rodillas, se puso con la muleta desde el principio de la faena y cual si estuviera de pie le meció la muleta al novillo rematando la tanda con un poderoso pase de pecho. Cuando se incorporó trazó con la pañosa muletazos largos, templados y de mano baja, siendo mejor la segunda parte de la faena.

Con la espada, un cañón fue el moracho que se perfila de frente y sin aliviarse lo que le facilita el encontrar el hoyo de las agujas. Otra oreja con petición de la segunda que le permitió salir en volandas.

Abrió cartel Jesús Martínez, que tuvo suerte en el sorteo con dos reses colaboradoras pero el novel no estuvo a la altura de ello. Se le vio firme y con oficio, pero eso no le valió para conectar de verdad con el público, porque Martínez se dedicó a dar muchos muletazos en línea, sin comprometerse ni encajarse con los novillos.

A su primero, le arrancó una oreja que supo a poco por la buena calidad del de Peña y su segundo de mejor condición se fue con las dos al desolladero. Parte de culpa la tuvo la espada y otra más importante su poca conexión con el respetable.

Amor Rodríguez estuvo cauteloso al recibir al segundo del festejo y le costó entender que la condición y querencias del eral le tenían que ponerse a torear donde al final acabó haciéndolo. Pudo cortarle una oreja por su pundonor y garra pero se pasó de faena poniéndose el novillo complicado para matar.

En el quinto si se vio el oficio que tiene bien aprendido el chaval que había participado activamente en quites a los otros novillos.

Poderoso comienzo por bajo doblándose con el colorado, tras lo cual ya en el toreo fundamental logro mecer las embestidas del bravo novillo que se desplazaba de una lado a otro de manera repetitiva y brava. Disposición plena de Amor que recibió una oreja tras fallar a espadas en su primer encuentro, que paseo por el ruedo de Illescas.