«Me dijeron que no podía hacer deporte, y sí que se puede»

J. M. Loeches
-

Entrevista a la campeona del Mundo de para-kárate

Toledo no es la ciudad ideal para empujar la silla de ruedas, pero Isabel no encuentra barreras, y menos después de colgarse una medalla de oro mundial. Por la calle, la gente la reconoce y puede compartir su orgullo con el de sus paisanos. ¿Eres de Toledo?, le preguntan. Sí, responde sonriendo. Nunca se imaginó ser ejemplo, pero en sólo tres meses lo ha conseguido.

¿También durmió con la medalla como Sandra Sánchez?

Estaba sola en la habitación del hotel y tenía las dos camas juntas y la puse justo en la de al lado, no la guardé.

Ha sido todo muy rápido, ¿le ha dado tiempo a asimilarlo?

Se tarda en asimilar porque te pones a entrenar y no te tienes una meta tan grande como un Campeonato del Mundo, y mucho menos ganarlo. Empiezas a trabajar y te sale un torneo internacional en Mora, al primero que fui. Luego la Liga Nacional, en Ávila, a finales de octubre, y a las dos semanas siguientes era ya el Mundial, así que no te da tiempo a enterarte.

¿Qué se siente siendo la mejor del Mundo?

Eso pensaba yo. Salí el domingo del polideportivo, miré la medalla, miré a mi entrenador y dije, ¿ahora qué hacemos?. Este deporte todavía no es Paralímpico y lo máximo a lo que podía aspirar ya lo he conseguido. Me respondió que tenía que seguir entrenando porque tenemos el Europeo en marzo y hay que ir a por ello. También está la fase final de la Liga Nacional, que será a principios de diciembre, y el Campeonato de España.

¿Qué se siente al recibir la medalla y escuchar el himno nacional?

Yo soy militar y he escuchado el himno muchas veces pero no es lo mismo escucharlo porque suena, como en la jura de bandera, que la verdad que emociona, a escucharlo por ti. En realidad suena porque tú has ganado.

¿Cuándo empezó a practicar kárate?

Con cuatro años porque mis vecinas en Medina del Campo, donde nací y viví, hacían kárate y le dije a mi madre que también quería. Me encantó, me lo pasaba muy bien y cuando nos mudamos a Toledo, con nueve años, lo seguí practicando. Con doce y trece años comencé a competir, aunque lo hice en Kumite.

¿Recuerda su primera competición?

Sí, me acuerdo hasta de la rival. Me dio una paliza. Tal cual. Tendría trece años y estaba muy nerviosa porque sólo había entrenado pero nunca competido. La verdad es que me encantó. Llegó un momento en el que empecé a ganar y a ser primera de Castilla-La Mancha hasta que incluso me seleccionaron para el Campeonato de España. Llegué a ser tercera individual y también por equipos al siguiente año, que fue cuando me tuve que retirar porque empecé con los problemas en las rodillas.

¿Cuándo se lesionó?

Todo empezó con una luxación de rodilla a los 16 años. Cuando estaba entrenando, un compañero me dio una patada y me sacó la rótula. Estuve con la pierna fatal 45 minutos, así que luego hubo problemas para colocarla porque sufrió mucho. A los 18 años se me volvió a luxar y tuve que dejar la competición porque en cualquier momento me volvía pasar. Acabé asumiendo que no podía competir. Seguí practicando kárate sólo en los entrenamientos, aunque iba con miedo de que me volviera a pasar. No hacía Kumite, sólo Kata, y los giros me costaban mucho, así que me acabé desvinculando porque me fui a trabajar fuera.

¿Por que decidió opositar al Ejército?

Primero estuve opositando a bombera y me quedé a poquito de entrar. No salían más plazas y pensé que debía presentarme al Ejército, que sí había. En un primer momento lo hice por echarlo y ahora que estoy dentro tengo que decir que me encanta. Tanto como cuando tienes esa sensación de que nunca tienes que ir a trabajar. Los cuatro meses que tuve que estar en Instrucción, en el Cefot número 1 de Cáceres, fueron una pasada. Estaba en la camareta con seis chicas y era feliz. Me daba igual no tener intimidad y madrugar. Me levantaba, desayunaba y me iba a correr.

Entonces, los problemas se agravaron.

A los tres meses empecé con dolores. Un día corriendo me di cuenta de que me dolían mucho las rodillas y tuve que pararme. Llegué andando como pude al cuartel, paramos a comer y, cuando quise volver a andar, no podía plantar la pierna, así que fui al médico y me acabaron diciendo que debían operarme para ver qué pasaba. Me vieron que la rodilla tenía muchísimo desgaste y me dijeron que no podía hacer deporte a los 28 años. Sí que se puede.

¿Qué se le pasó por la cabeza?

Me pasé un mes malísimo, se me vino el mundo abajo. La gente me preguntaba qué tal y me ponía a llorar directamente. Quería opositar a suboficial y ascender, y ahí te das cuenta de que también se acaba eso porque no puedes hacer las pruebas físicas que tienes que pasar. Tampoco podía opositar a Guardia Civil… No podía seguir con mis sueños.

¿Y qué camino cogió?

Me puse a buscar deportes adaptados que pudiera practicar. Me fui al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo y me recomendaron jugar al baloncesto en silla de ruedas. Estuve entrenando unos meses en Alcorcón y cuando empezó la temporada comencé a jugar. A la mitad empecé también a entrenar con la ‘handbike’ y me lo pasaba muy bien, así que compaginé las dos cosas.

Con la ‘handbike’ consiguió buenos resultados.

Sí, participé en el Campeonato de España de ciclismo adaptado y quedé cuarta. Se me daba bien porque me gustaba, pero terminó la temporada, me lesioné para un tiempo y en el barrio de Santa Teresa me crucé con Álvaro Jiménez, el director del Kidokan. Me preguntó por qué estaba haciendo ciclismo y baloncesto y no practicaba mi deporte, el kárate. Le dije que si se podía y me contestó que sí. Si esto fue un sábado o un domingo, el lunes me puse a entrenar cuatro horas.

¿Cuando se da cuenta de que es posible estar en un podio de un Mundial?

Era el tercer mundial de para-kárate y lo primero que teníamos que hacer era adaptar los katas a la silla y elegir uno que se pudiera hacer bien con la silla y se pudiera entender bien y quede bonito, ya que los jueces conocen los que se hacen de pie. Además, había que adaptarlo para que en cada momento sepan con qué corresponde en el kata normal. Eso lleva muchas horas. Una vez que nos dicen que vamos al Mundial, empecé a echar horas para perfeccionar todo.

¿Le costó adaptarse a la silla? Ya la utilizaba en el baloncesto.

Sí, ya manejaba la silla del baloncesto, pero es diferente porque tiene las ruedas inclinadas para no volcar y la de kárate es como una de paseo, más inestable. Además, no es lo mismo moverla en la pista que en el tatami, donde se quedan las ruedas clavadas. Tienes que hacer mucha más fuerza con los pectorales y los hombros.

¿Cuántos días entrena a la semana?

De lunes a sábado, sólo descanso los domingos, a no ser que haya competición el fin de semana. Normalmente hago mínimo dos horas y medio o tres. Otros días hago más.

Físicamente hay que estar muy preparada para hacer esto.

Hay que estar fuerte, sí. En los entrenamientos no sólo hacemos katas, también físico, con sesiones con gomas para fortalecer la musculatura.

¿Tiene alguna manía?

No me ha dado tiempo todavía. Compruebo que las ruedas estén bien metidas, que tengan presión, también que esté bien atada a la silla… pero no soy supersticiosa, no tengo un ritual.

¿Cómo es su día a día?

Me levantó pronto, en torno a las 7:30 horas, desayuno y a las 9:00 estoy en el gimnasio hasta las 12:00 horas. Luego vuelvo a casa y me pongo a hacer la tarea y a estudiar porque por la tarde tengo clase. Luego como y a las 15:45 estoy otra vez en el gimnasio hasta las 17:30, que me voy a clase. Salgo a las 22:30 y ceno y me acuesto. No paro y hace tiempo que no veo una película o una serie ni salgo a tomarme una cerveza. El domingo estoy tan cansada que al final me quedo en casa con la familia.

¿Qué me dice del Kidokan?

Hay niños desde 3 años hasta gente mayor. Después de ganar fui al gimnasio y estuve con los pequeños para que me hiciesen preguntas. Me lo pasé mejor que ellos. Ahora mismo no tengo patrocinador y todo me lo costeo yo… Necesito una silla nueva que cuesta 6.300 euros. No es una tontería. Cuando podía andar me compré una moto y me costó 3.000. Estamos hablando del doble y encima no tiene motor, la llevo yo con mis brazos. La Federación te paga los viajes y el hotel, pero el material es lo que a mí me sale caro.

¿Qué me dice del Kidokan?

El gimnasio está en cuesta y siempre que llego todo el mundo me dice que si necesito algo. Están muy pendientes. Muchos estuvieron en el WiZink Center y por las redes me han animado y me han felicitado.

Conseguir un oro en un Mundial es lo máximo, ¿cuál es su sueño ahora?

Estar en unas Paralimpiadas. Es el sueño de cualquier deportista.

¿Se ve participando en París en los Juegos Paralímpicos en 2024 si es que introducen el para-kárate?

Tengo 31 años, así que llegaría con 37, los que tiene Sandra Sánchez ahora. He echado cuentas y ella está en su mejor momento deportivo con esa edad, así que el mío también tiene que serlo. Hay que seguir aprendiendo y mejorando. Y si un árbitro me dio un 8,8, vamos a intentar que me dé un 9, la puntuación más alta que pueden dar en mi categoría.

¿Qué ha sido lo más complicado que se ha encontrado con esta situación de vida? ¿Ayuda el deporte a derribar barreras?

El deporte es lo que mejor me ha venido porque el mes que pasé desde que me dijeron que no podía hacer nada hasta que me puse de nuevo fue horroroso. Empecé a estar mejor y cuando volví al kárate era la persona más feliz del mundo. Me costó tanto tener que dejarlo… Iba a ver competiciones y me tenía que volver porque me daba mucha envidia no poder estar ahí.

El para-kárate tiene que seguir creciendo.

Sin duda. Hace unos días, un compañero de ciclismo adaptado me escribió para decirme que en diciembre vuelve al tatami. Me ha visto y se ha animado. Hacía kárate antes de la lesión y va a volver. Otro chico también ha hablado con Álvaro para apuntarse al Kidokan y un amigo de Valencia, que es amputado, quiere ponerse a entrenar con la silla. Estoy muy contenta de que haya salido a competir y se me haya visto y otras personas se hayan animado a practicarlo.

¿Está el kárate en uno de sus mejores momentos?

Sí, por suerte sí. Los karatecas Sandra Sánchez y Damián Quintero han sido un referente. ¿Por qué a España le interesaba la Fórmula 1? Porque estaba Fernando Alonso. ¿Por qué a España le interesa el motociclismo? Porque hay muchos españoles. ¿Por qué a España le empieza a interesar el kárate? Porque tenemos dos españoles muy buenos, hay a quién seguir y nos está viniendo muy bien que estén ahí para que se empiece a ver y a valorar.

¿Está el kárate en uno de sus mejores momentos?

Ahora mismo no tengo patrocinador y todo me lo costeo yo… Necesito una silla nueva que cuesta 6.300 euros. No es una tontería. Cuando podía andar me compré una moto y me costó 3.000. Estamos hablando del doble y encima no tiene motor, la llevo yo con mis brazos.