Paloma Jara: «El premio lo comparto con mi padre, el pediatra Pablo Jara»

J. L. M. / Talavera
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Responsable del Servicio de Hepatología y Trasplante hepático infantil del Hospital Universitario La Paz, la doctora Jara ha participado en casi 700 trasplantes

La doctora Paloma ha sido merecedora del Premio Ciudad de Talavera en la modalidad de Ciencia, Tecnología e Innovación.

¿Qué supone para usted recibir un Premio Ciudad de Talavera, especialmente el primero en una modalidad nueva como es la de Ciencia, Tecnología e Innovación?

Es un honor porque mi infancia transcurrió en Talavera pero, sobre todo, porque mi padre, el doctor Pablo Jara, ejerció la Pediatría durante muchos años, hasta que falleció, de una forma ejemplar. Eso significa mucho para mí. Este premio lo comparto con mi padre, que sería el que más se lo mereciese. Tengo en Talavera también familia y es una satisfacción recibirlo.

¿Hace cuánto que se marchó usted de la ciudad?

Me vine a estudiar Medicina a Madrid en la década de los 70 y llevo 44 años en el Hospital Infantil de La Paz. Luego he ido a Talavera porque tengo familia. Pero desde que me vine a estudiar aMadrid he vuelto en vacaciones. Luego, a partir de los 70, ya era más difícil al estar ejerciendo en el Hospital, algo que necesita mucha dedicación.

Toda una carrera profesional en el Hospital de la Paz.

Toda una carrera en un centro que es el mejor hospital infantil que hay en el país. Tiene una serie de especialidades, como son los trasplantes de varios órganos, que solamente este hospital hace  en Europa. Es un centro en el cual, desde que se fundó hace cincuenta años, se potenciaron desde el principio las especialidades dentro de la Pediatría. Eso era algo muy innovador, porque existían especialidades en los adultos, pero no en los niños. Lo que distingue ahora a La Paz de otros hospitales es, precisamente, esas especialidades pediátricas.

Los que la conocen dicen que usted es ya toda una institución en La Paz.

Es que llevo mucho tiempo trabajando aquí. Cree la Hepatología, que es el estudio de las enfermedades hepáticas en los niños, y también monté con mis colaboradores el programa de trasplante hepático. Este es el centro que más trasplantes de este tipo hace a nivel nacional, con más de un 70 por ciento. Somos además como el segundo o tercer centro de Europa en número de trasplantes de hígado en niños.

¿Qué labor desarrolla usted en estos momentos?

Ahora me dedico más a la investigación y a la docencia. Salgo mucho a congresos, sobre todo en Latinoamérica, donde muchos centros de trasplantes formaron a sus profesionales en nuestro servicio. Voy mucho también a Estados Unidos y viajo por Europa.

Investigación y docencia, elementos claves en el terreno de la medicina.

No hay ninguna especialidad que pueda tener un desarrollo si no hay una investigación tanto clínica como básica. Tengo la suerte de tener un equipo magnífico de pediatras dedicados a la enfermedad hepática del niño, también de cirujanos dedicados a esta especialidad y de investigadores básicos, que tienen un papel muy relevante para el desarrollo de las especialidades.

¿Atraviesa una época complicada la medicina en el apartado de la investigación?

Hay falta de medios. En España no se piensa en investigación. Nosotros hemos ido pidiendo proyectos a través del Fondo de Investigaciones Sanitarias y gracias a ello hemos podido seguir investigando. Luego en La Paz hay una fundación que también dirige y potencia las investigaciones. Eso ha hecho que el hospital siga progresando.

Volvamos a la figura de su padre, que ejerció toda la vida en Talavera.

Ejerció desde 1944 hasta el año 1965, que fue cuando falleció. Fue un pionero de la Pediatría. Le ofrecieron incluso venir a La Paz, pero dijo que no y fundó en Talavera un hospital de epidemiología, de enfermedades infecciosas en los niños. También una especie de banco de leche sobre alimentación materna. Fue un pionero para su tiempo. Ahora contamos con más métodos de tratamiento y diagnósticos, pero él hizo una labor encomiable.

¿Nunca le ha picado el gusanillo de ejercer en Talavera?

No, porque si te metes en una medicina un poco más sofisticada tienes que hacerlo en hospitales grandes. Hay muchas vertientes de la medicina, todas respetables, pero si te gusta más la parcela de investigación y docencia hay que ir a un hospital grandes, con más medios.

¿En cuántos trasplantes ha participado usted?

Hemos realizado casi 700 de hígado en niños. También en trasplantes de hígado y riñón en el mismo paciente. Tenemos una supervivencia de un 90 por ciento a los 12 años del trasplante. Es un programa muy potente.

Un transplante es algo sumamente complicado, una cuestión esta que en niños es si cabe más compleja.

Claro, en los niños es más complejo. Tenemos un equipo de cirugía magnífico. El 70 por ciento de los niños que se trasplantan tienen menos de 3 años, un 14 por ciento menos de 6 meses de vida y un 20 menos de un año. A veces hay que usar parte del hígado y hacemos donante vivo con el padre o la madre, lo que es muy complicado, sobre todo si el niño es pequeño y pesa 5 o 6 kilos. Pero tenemos un equipo quirúrgico muy potente, así como un equipo de ayudantes con muchísima experiencia. Hicimos el primer trasplante en enero de 1986, por lo que ya son muchos años de experiencia.

Complejidad grande, pero satisfacción final si todo sale bien también muy grande.

La satisfacción es magnífica. Tenemos ya trasplantados de los primeros años que han venido con sus hijos a que los veamos. Es una satisfacción tremenda, porque antes de 1986 los niños con enfermedad hepática muy grave fallecían al no haber alternativas terapéuticas.

La última ya. ¿De quién se va a acordar cuando recoja el premio?

De mi padre, por su puesto, porque se lo merecería; de mi madre, porque se quedó viuda cuando hacía tercero de Medicina; de mis hermanas y de mi familia; y de mis colaboradores y de haber tenido el honor de trabajar en La Paz.