La Sala Capitular abre la revista 'Catedral de Toledo'

C.M
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Juan Miguel Ferrer decidió presentar la publicación en la Cripta de la Catedral que, recién restaurada, se incorporará a las visitas «en unos días» a la espera de la instalación de las señales informativas y de algunos detalles de seguridad

El «fantástico» resultado obtenido con el número uno de la revista ‘Catedral de Toledo’ del que «prácticamente no quedan ejemplares», ha propiciado la edición de un nuevo ejemplar centrado en el proyecto de restauración iniciado, allá por el mes de mayo, en la Sala Capitular del templo que, tras él, volverá a abrirse el próximo mes de octubre.

La publicación, dirigida por Vicente Martí, se ofrece «gratuitamente» al visitante que entra en la Catedral una vez ha entregado el preceptivo «donativo» por visita. Con estas plabras, el deán explicó el objetivo de una revista que «se publicará dos veces al año» y que pretende informar sobre los muchos detalles, proyectos y riquezas contenidos en el lugar.

Por ello, y bajo ese prisma de actuación, Juan Miguel Ferrer señaló que en este segundo número se muestra «el modelo habitual» de la publicación que, en esta ocasión, cuenta con firmas destacables en los nombres de Fernando Marías, Ramón Gonzálvez, Federico Martín Bahamontes y José Rodríguez Rey. Sólo apuntar que, en el ámbito de la fotografía, se contempla el talento de David Blázquez.

Sobre el contenido -que en portada exhibe el artesonado de la Sala Capitular actualmente en restauración-, apreció el deán la información referida al secreto de la Cripta y al conocimiento de Alonso de Covarrubias, además del recorrido de la devoción mariana de la Catedral confeccionado por Gonzálvez.

En cuanto al estado de los trabajos de restauración iniciados en la Sala Capitular, fue el restaurador Antonio Sánchez-Barriga el encargado de valorar un trabajo que ha devuelto al espacio «la potencia del color original» elaborado por el equipo dirigido por Juan de Borgoña que, a instancias del Cardenal Cisneros, hace 500 años realizó este conjunto -en pinturas al óleo sobre muro de yeso- en un total de 125 metros cuadrados.

Una vez analizado el estado de conservación de las mismas, que no era malo,  la intervención ya ha conseguido trasformar «las pinturas que encontramos planas» a «su perspectiva inicial», por lo que las labores se están centrado en «la limpieza de todas las restauraciones realizadas hasta ahora» -que las hay «buenas y malas»- y, por ello, en la eliminación de «los muchos repintes hallados» y de las distintas actuaciones constatadas.

No en vano, destacó Sánchez-Barriga el trabajo que está realizando un historiador en torno al «estudio de todos los pagos abonados» para estas labores de limpieza que, en muchas ocasiones, eran «barridos, frotados o ‘limpiezas’ con aceites», razón por la que en algunas zonas se ha perdido el pigmento original o se ha dañado. Situaciones que están siendo subsanadas mediante una «restauración conservativa» que, por cierto, ha recuperado los complicados «azules y verdes». Tonos que han sufrido pérdidas del aglutinante y que, por ello, requiere la puesta en marcha de un proceso de fijación y eliminación del repinte. A este reto se suma el de «las miles de gotas de excrementos de pájaros y, sobre todo, de  murciélagos» que han necesitado distintas fórmulas de limpieza.

No olvidó señalar, el restaurador, que se va a instalar una «iluminación perimetral que queda flotando» en torno a «líneas horizontales de tensores que quedarán a dos metros de distancia de la pintura». Un proyecto en el que colabora la Fundación Endesa con la utilización de luminarias de alta eficiencia energética que cumplen los criterios de sostenibilidad ambiental y de ahorro energético.