Haciéndolo propio

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Javier Pérez Aranda logra intervenir en las Cuevas de Hércules con una sutileza casi perfecta. El espacio se apropiada de las obras instaladas como si fueran propias

Haciéndolo propio - Foto: Víctor Ballesteros

L a propuesta es, sin duda, apetecible. Y lo es no sólo por el espacio intervenido, sino por las conversaciones activas que, entre obra e inmueble, se tornan casi audibles. Javier Pérez Aranda reutiliza -una vez más- con ‘I-MMXII’ un entorno en constante transformación, realidad que ha sido aprovechada con inteligencia por un ‘constructor’ de lo ya construido. Esto es, Pérez Aranda sustenta su apuesta en los restos -tradicionalmente desechados- del proceso creador como tal.

Para ello oferta al paseante una evidente hoja de ruta en la desgrana -en fotografías y obra gráfica- las rutas escogidas para convertir lo eliminado en protagonista. Porque ordena materiales sobrantes (relacionados con el espacio arqueológico/rehabilitado/ reinterpretado) y los ubica en un espacio casi propio. Logra, de esta forma, que pasen inadvertidos, que su presencia no se haga extrema al apropiarse, claro está, del lugar. En este sentido, son muchos los receptores que no contemplan, como ajeno a las Cuevas de Hércules, el andamio colgante contenedor de restos.

Esta sensación, evidenciada en la actitud de los visitantes que llegan al lugar atraídos por las leyendas propagadas en torno a esta estructura romana, demuestra que las intervenciones pueden ser sutiles, casi inapreciables, enriquecedoras. Y lo mejor, que pueden potenciar aún más las virtudes de un espacio vivo y, ante todo, atractivo, requisito esencial si se desea que el continente evolucione con la sociedad en la que, ahora, le ha tocado vivir.

Conforma en este punto, la exposición de Pérez Aranda, un tándem perfecto entre el pasado conservado y los nuevos lenguajes del presente. Esta conversación está, además, guiada -a modo de ruta arqueológica- por un conjunto de claves regaladas generosamente por el autor. Porque los estudios que sobre papel pueden observarse dotan al visitantes de las herramientas necesarias para vestirse en la piel de quien interviene, para contemplar cómo las fórmulas lineales y numéricas -en algunos casos- son el germen de un trabajo que supera lo propio para convertirse en general.

Se trata, por supuesto, de apuntes casi arquitectónicos en los que la reutilización es imprescindible. No faltan las referencias, tratándose de esta ciudad y de sus tradiciones exportadas, un guiño al acero toledano -convertido en espada con material ya utilizado- y a los caballeros andantes que soñaban con gigantes.