Realidades que llegan desde la India

J. Guayerbas
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La hermana Caridad trabaja para rescatar de la prostitución a mujeres que llegan engañas a los llamados 'puntos rojos' de la India. Ahora comparte su testimonio en España

La hermana Caridad visitaba ayer la sede de Manos Unidas Toledo en la calle Trinidad. - Foto: David Pérez

Cercana y capaz de transmitir la cruda realidad de la prostitución obligada en la que viven numerosas mujeres sometidas a redes organizadas que buscan el lucro a través del sexo. La hermana Caridad Paramundayil conoce muy de cerca la situación que se da en la India, en concreto en las provincias de Calcuta y Mumbai.

Desde hace más de cuatro décadas trabaja como misionera en su propio país. Ahora llega a España a través de Manos Unidas para compartir su testimonio con todo aquel que quiera escuchar. «Las traen con promesas de trabajo que luego no son así y se ven obligadas a prostituirse», comenta esta licenciada en Historia y Psicología que a sus 66 años ha ocupado diferentes cargos diocesanos en Calcuta y en la Conferencia de Religiosas de la India.

Rescatar y rehabilitar a estas mujeres es el objetivo de la hermana Caridad. Un trabajo que es posible gracias a las aportaciones económicas de países como España. Manos Unidas ha construido dos casas y centros de formación para las ‘secuestradas’ en las redes del sexo y sus hijas, a las que facilitan el acceso a la escuela.

Las casas de Manos Unidas se encuentran en el Estado de West Bengal, en concreto en Siliguri y Kharagpur, pues hace unos años los radicales prendieron fuego a un centro que gestionaban en el Estado de Occisa. Y es que la persecución religiosa es otro de los problemas a los que se enfrentan cada día los misioneros y cristianos de la India.

La situación política del país desde el cambio de Gobierno en 2014 no es afín a la religión católica. La hermana Caridad teme incluso que el próximo año, cuando la comunidad a la que pertenece solicite renovar la licencia que les permite recibir ingresos del extranjero, el Gobierno no se la renueve, lo que significaría poner fin a los proyectos de rehabilitación de las mujeres atrapadas en la prostitución. «Vivimos una situación muy difícil, se han quemado iglesias y por temor muchos cristianos se están reconvirtiendo al hinduismo», explicaba con cierta cautela.

Esta religiosa lleva en España varios meses para trabajar en la traducción al inglés de los escritos de la fundadora de la Congregación de Adoratrices, Santa María Micaela. Aunque ya piensa en su regreso a la India, donde tiene su corazón.

El trabajo más complicado al que se enfrentan las misioneras es evitar que la sociedad rechace a las mujeres rehabilitadas y lograr su reinserción en la sociedad. Para ello es importante «inculcar el hábito del ahorro y que sepan generar ingresos con actividades como el corte y confección», explicaba la hermana Caridad. Incluso, algunas de ellas comienzan estudios universitarios y contraen matrimonio. «La última fase de la reinserción es cuando se casan, es la manera de liberarse de su pasado como prostitutas de cara a la sociedad», añadía.