Madrid insiste en su aeródromo, pero Casarrubios avisa que no es viable

J.A.J./Toledo
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El consejero de Transporte de Madrid afirma que su instalación estará lista en tres o cuatro años, pero la dirección del aérodromo toledano asegura que aún no tiene los permisos

El aeródromo casarrubiero sigue tramitando su ampliación mientras vigila el proyecto madrileño. - Foto: Víctor Ballesteros

El conflicto entre la Comunidad de Madrid y el aeródromo de Casarrubios ha vuelto a la actualidad después de que la región vecina insista en su proyecto de construir una instalación aeroportuaria a un kilómetro y medio de la toledana. Así lo ha asegurado el consejero de Transportes madrileño, Pablo Cavero, que espera que el llamado Aeródromo del Suroeste, en terrenos de El Álamo y Navalcarnero, esté listo en tres o cuatro años. Sin embargo, desde la Gerencia del campo de aviación toledano, que vigila la tramitación del proyecto madrileño, aseguran que este aún no ha sido autorizado por el Gobierno central por su falta  de viabilidad.

En declaraciones a la prensa, durante una visita a obras en el Metro de Madrid, Cavero aseguró que su Administración sigue trabajando por este proyecto manteniendo sus contactos con los ayuntamientos interesados y el Ministerio de Fomento. El consejero madrileño insistió en que este nuevo aeródromo es necesario como base para los vuelos privados de ejecutivos en el Centro de España,  toda vez que este segmento de la aviación opera ahora en el aeropuerto de Barajas, que debe  quedar reservado para vuelos regulares de viajeros y tiene un aumento en esta actividad. «Cuando Barajas vaya llenando su capacidad comercial, que empieza ya a llenarse, va a ser necesario», señaló Cavero sobre el nuevo aeródromo.

Madrid recorta su proyecto.

Sin embargo, los mensajes de las autoridades madrileñas asegurando la continuidad de su iniciativa chocan con la realidad, según señalan desde la dirección del Aeródromo de Casarrubios. El aeródromo, que esta supervisando la tramitación del proyecto madrileño para defender sus intereses, señala que la Comisión Interministerial de Defensa y Fomento (Cidefo) de la que depende su autorización ha puesto reparos al mismo. Por un lado, han señalado su falta de viabilidad económica, al fundamentarse sus planes de negocio en la captación de la actividad del aeródromo estatal de Cuatrovientos pese a que Fomento se niega a cerrarlo. Por otro, la Cidefo también ha señalado los problemas técnicos que supone que el espacio aéreo que precisa el Aeródromo del Suroeste para sus actividades se solape no sólo con el de Casarrubios, sino también con el de la Base Aérea de Getafe, lo que complica su autorización.

Según comenta el gerente del aeródromo de Casarrubios, Ignacio Elduayen, la Cidefo transmitió estas objeciones a Madrid, que ha respondido rebajando su proyecto. Así, le consta que la región vecina ha renunciado a construir en su aeródromo una segunda pista, lo que rebajará sensiblemente su presupuesto. «Desde luego, un aeródromo de 200 millones no es rentable», entiende Elduayen recordando que el proyecto madrileño, en teoría, se centraría en los vuelos para ejecutivos.

Lo que desconocen en el aeródromo toledano es qué soluciones planteará Madrid para que el espacio aéreo de su aeródromo sea compatible con Casarrubios y Getafe. Y es que, entre otras cosas, la región vecina aún no se ha dirigido al aeródromo casarrubiero para negociar algún arreglo a esta situación, que puede impedir la autorización del Estado al proyecto madrileño.

Batalla burocrática.

Paralelamente, el aeródromo casarrubiero sigue sus trámites para aprobar su ampliación, que ahora pasan por la tramitación de un estudio de impacto ambiental por el Ministerio de Agricultura. Elduayen reconoce que este proceso se está ralentizando por las alegaciones que la región madrileña presenta contra el proyecto toledano. Sin embargo, advierte que esta estrategia de la región vecina se puede volver en su contra. «Si a mí dicen que tengo que proteger una ave protegida, también les afecta a ellos, que quieren poner  otro aeródromo a un kilómetro y medio», razona el gerente del campo de aviación toledano.