«Todos deberíamos preguntarnos si queremos un río o un desagüe»

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El profesor de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica José María Bodoque, ofreció los resultados obtenidos en un tramo del Tajo dentro del proyecto europeo 'Attenagua'

José María Bodoque inició el segundo ciclo de ponencias centradas en los males del río Tajo. - Foto: Yolanda Redondo

Con la saludable pretensión de demostrar la capacidad de autodepuración que poseen los ríos en relación a la contaminación del agua -tanto subterránea como superficial-, el profesor de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica José María Bodoque informó, dentro de su participación en el proyecto europeo ‘Attenagua’, del resultado del estudio desarrollado en un arco de meandro próximo a la Puebla de Montalbán. En concreto, en un tramo de unos 25 kilómetros que se inicia en el embalse del Castrejón y finaliza en el canal de riego del mismo.

Y puesto que para que esta capacidad de autodepuración se active «los ríos tienen que ser dinámicos, esto es, experimentar crecidas y periodos de estiaje» y en el tramo analizado -posiblemente la situación se pueda extrapolar a gran parte del río- lo que ocurre «es que el río carece de dinámica, se mantiene estático y además llega muy poca agua», lo que evidencia que «estos procesos de depuración prácticamente no existen».

Se debe a que «la cuenca del Tajo está extraordinariamente regulada, hay más de 200 presas, y debe abastecer, por ejemplo, a Madrid y a su área metropolitana», lo que significa dotar de agua a seis millones de personas con una potente actividad industrial. Si a esto le sumamos el trasvase Tajo-Segura, «lo que queda para el río es más bien poco».

Este desolador panorama que constata, una vez más, que el Tajo es «con diferencia el río más degradado en España», sabiendo que en el ámbito europeo «no debe haber muchos ríos que estén en una situación similar», Bodoque lanzó la pregunta -a los gestores del agua- se «si queremos tener un río». Porque «los ríos deben tener crecidas y periodos de estiaje, ya que para que existan estos procesos de autodepuración es fundamental que el sistema ecológico asociado a todo el sistema fluvial del río funcione adecuadamente».

Tal y como demuestran los datos analizados en un tramo que es «probablemente uno de los más degradados de la cuenca», y conocedor de que la gestión del agua «es algo tremendamente complicado porque lleva asociadas sensibilidades muy importantes y aspectos socioeconómicos relevantes, la opinión de este experto  denota que «la gestión del agua se realiza con criterios fundamentalmente políticos dejando al margen  cuestiones ambientales que a la larga conllevan implicaciones sociales y económicas.

Problemas que «ya se pueden contemplar» y que, se quiera o no, llevan a un callejón sin salida.

Por ello, y conocedores de que «todo el agua que desagua el embalse de Castrejón va a parar al canal de riego», consideró «perfectamente compatible la gestión del canal, con una producción hidroeléctrica igual o similar a la actual y garatizando el agua a los agricultores, con la derivación de algo de agua al Tajo, que no se está llevando nada».

 De ahí que falte «mucha pedagogía, tanto a nivel de gestores como social» para respondernos la pregunta de «qué queremos hacer, si queremos un río o un desagüe, que es lo que en muchos tramos es ahora mismo el Tajo».