Toledo, principio del fin del pequeño Nicolás

Francisco J.Rodríguez/Toledo
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La finca La Alamedilla fue clave en su detención. Se trata de la propiedad por la que la policía le acusa de intentar estafar a un empresario, Javier M. de la H., al que prometió intermediar con el Gobierno para lograr su venta

Toledo, principio del fin del pequeño Nicolás

Coches oficiales, escoltas, un chalet de lujo como centro de operaciones, presuntas vinculaciones con el CNI, la Casa Real y la más variopinta colección de políticos y empresarios... Era el pan de cada día de Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el joven madrileño que con apenas 20 años ha logrado fama internacional. Eso sí, a costa de ser conocido como el ‘pequeño Nicolás’ y con una historia a sus espaldas digna de un cameo en la saga Torrente.

Las andanzas de Nicolás siguen sorprendiendo cuando se cumple más de un mes de su detención. Su amiga la ‘Pechotes’, su dominio de la noche madrileña o su presunto rifirafe con un taxista barcelonés al que llegó a amenazarle con pegarle dos tiros son algunos de los detalles filtrados a la prensa a pesar de decretarse secreto de sumario sobre el caso. Una larga lista de correrías que, como todas las grandes historias, tiene su punto de inflexión. Ese giro que conecta el nudo de su disparatadas ficciones con el desenlace de su detención y que está, ni más ni menos, que en Toledo.

Desde un primer momento la provincia se cuela en la investigación como el detonante que provoca la detención del pequeño Nicolás. El Grupo IX de la Unidad de Asuntos Internos de la Dirección General de la Policía -el mismo que curiosamente sólo investiga a policías- se encarga de su detención por un presunto delito de estafa a un empresario. Añadiendo, además, a la lista de acusaciones falsedad documental y usurpación de funciones públicas.

Y es que, según la policía, Nicolás presuntamente recibió 25.000 euros del empresario Javier M. de la H. con la promesa de que intentaría que el Ejecutivo mediase en la venta de un inmueble de su propiedad. Una finca situada en el término municipal de Argés, lindando con Polán, tasada en 15 millones de euros. Todo ello haciéndose pasar como asesor de la Vicepresidencia del Gobierno y entregando al empresario un dossier titulado «Palacio de la Moncloa. Protocolo de actuación de Javier M. de la H. Gobierno de España», con supuestas firmas del secretario de Estado y el subsecretario de Estado de Presidencia.

La historia se vuelve más oscura si cabe, puesto que el propio Grupo IX de Asuntos Internos se encargó de advertir al empresario que estaba siendo víctima de un posible fraude, Javier no ha interpuesto denuncia alguna sobre el pequeño Nicolás, manifestando que simplemente le dejó esos 25.000 euros; de los cuales, 10.000 ya le han sido devueltos.

La supuesta declaración del empresario ante los agentes tampoco fue muy protocolaria. Según ha trascendido, se realizó en un piso de la calle Núñez de Arce de Madrid y no en una comisaría. Además, no se le facilitó copia de la declaración. Un montón de interrogantes que alimentan el mito del pequeño Nicolás; o Fran, como prefiere que le llamen.

Javier M. de la H., ha rehusado amablemente a realizar declaración alguna a La Tribuna sobre el caso. Es el propietario de la conocida como Hacienda La Alamedilla, una finca de 400.000 metros cuadrados útiles, 2.208 m2 de ellos invertidos en, tal y como figura en el anuncio de venta de un exclusivo portal web chino, una «casa palacio que se encuentra rodeada de terrazas descubiertas, jardines y fuentes en una superficie de 15.000 m2, incluyendo un jardín japonés, estanques con nenúfares, peces, tortugas, cangrejos y diferentes aves acuáticas». La casa palacio está exquisitamente decorada, con «artesonados de madera antigua, cinco chimeneas procedentes de un palacio de Salamanca» y todo tipo de antigüedades en forma de muebles, alfombras y tapices.

Una casa de ensueño, con pareja de guardeses incluida, que el propio Nicolás visitó el pasado mes de agosto para conocer sobre el terreno la propiedad por la que pretendía, supuestamente, intermediar con sus dotes de ‘conseguidor político’.

La finca lleva varios años a la venta, y su precio ha bajado de 18 millones de euros a los 15 en los que está tasada ahora.

Con todo, a su propietario actual le salió más económica, puesto que la pudo comprar tras la incautación de bienes a la que fue sometido su anterior propietario, el que fuera vicepresidente de Banesto en la etapa de Mario Conde, Arturo Romaní Biescas, padre del actual consejero de Hacienda, que invirtió muchísimo dinero en la remodelación del inmueble.

La Alamedilla cierra así un capítulo más de su historia y quién sabe si gracias a Nicolás podrá colgar en breve el cartel de ‘vendida’.