El Toledo de Iglesias se proyecta en el Reina Sofía

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La creadora dedica de su retrospectiva a exhibir su futura ruta escultórica • Muestra sus apuntes y recrea la pieza del Ayuntamiento en dos maquetas

El Toledo de Iglesias se proyecta en el Reina Sofía - Foto: Víctor Ballesteros

Proyecto de Toledo, 2008-2013. El Museo Reina Sofía dedica, hasta el 13 de mayo, una de sus salas a la obra ideada por Cristina Iglesias para la ciudad. Integrante, este fragmento aún por desarrollar, en la retrospectiva que sobre la escultura contiene este espacio nacional, la apuesta se presenta sin apenas complementos y en torno a dos maquetas acompañadas de varios apuntes gráficos. Notas en los que la impresión fotográfica sobre papel se alía con la acuarela, el lápiz y el carboncillo en lo que pretende ser guía/visita de una intervención anunciada pero no explicitada.

Por ello, y siendo habitual que este tipo de proyectos de ‘entidad’ sean presentados extramuros de la ciudad, se hace imprescindible visitar la capital para conocer las intenciones expresivas de una autora que, en sus visitas públicas a Toledo, tan sólo ha adelantado apuntes generales de su «nueva ruta» escultórica. Obra nacida como un conjunto disgregado en piezas relacionadas entre sí «con el agua como transmisor» e instaladas en puntos concretos de la ciudad. Esto es, en la Torre del Agua de la Fábrica de Armas,    en  el Baño de la Cava, en el convento de Santa Clara, y en la Plaza del Ayuntamiento.

El mapa de Toledo, con estos cuatro hitos señalados, preside la sala -del Reina Sofía- en la que se observa la necesaria conexión entre el agua y la piedra, entre la poética del fluir y su movimiento hacia el interior. Constantes en un recorrido creativo que, en el caso de Toledo, se conjuga con un entorno «lleno de historia» dotado de inmejorables condiciones para la intervención. Porque Cristina Iglesias avanza, en esta exhibición madrileña, una actuación en la que lo poético y el símbolo lo son casi todo. No aporta texto, tan sólo forma, y lo hace en apuntes que recogen lo esencial de un proyecto escultórico que abre boca en la Torre del Agua.

Este espacio, llamado en lápiz ‘Torre Observatorio’, se reinventa en una suerte de estanque interior (altamente intimista) que apuesta por establecer -según apuntó en su día- un interesante «juego entre el agua y la luz». La parte superior de la construcción quedará convertida, aseguró, en un observatorio desde el que contemplar tanto el entorno del río como el perfil de la ciudad.  Se trata de la instalación de un bajorrelieve, destinado a evocar el lecho del río, que podrá ser visionado en los descansillos pensados para facilitar el descanso. Para posibilitar la contemplación de «la fluctuación del agua» matizada, delicadamente, con la iluminación proveniente de las ventanas cubiertas por láminas de alabastro. Un elemento muy habitual en sus procesos.

La intervención en la Plaza del Ayuntamiento es la que más espacio ocupa y, a la vista de este protagonismo, la que atraerá las mayores miradas y, a buen seguro, las más variadas opiniones. Cristina Iglesias aborda esta pieza desde el imperativo de la no agresión.

Es decir, la creadora aboga por intervenir casi sin hacerse notar, intentando que el paseante contemple esta fuente como si siempre hubiese ocupado el lugar. Indicando, durante su intervención en unas jornadas del Consorcio celebradas en noviembre de 2011, que en el Ayuntamiento jugará con el agua «a través de una sensación, flujo y reflujo», la escultora aporta dos maquetas sobre la gestación de esta actuación urbana.

Tomando como referencia la actuación de la autora en la Plaza de Leopold De Wael en Amberes, frente al Museo de Bellas Artes, es de esperar que recurra a lo que ella llama «desbordamiento controlado». Una secuencia de ritmos -a modo de movimiento de mareas- que, allí, se articula en torno a ‘El agua en calma’ (espejo);‘El agua en movimiento’ (desaparece); ‘El estanque sin agua’ (fondo); y ‘El agua en movimiento’ (llenar el estanque: quietud).

Con respecto a la intervención en Santa Clara, Iglesias sólo muestra un apunte en el que se observa la creación de una fuente de agua en la que recurrirá, de nuevo, a «esa misma sensación de agua que bulle, que sube y que baja». No alude, en la retrospectiva exhibida en el Reina Sofía, al proyecto pensado en el Baño de la Cava, ubicación que «sugerirá el camino para ascender desde las aguas hasta la zona superior del Casco».

De momento, y hasta nueva ‘orden’ pública, el proyecto pensado por Cristina Iglesias para Toledo seguirá sintiéndose, en la ciudad, lejano y alejado en todas sus aspiraciones. Estos apuntes, que también fueron mostrados en una muestra celebrada en Nueva York el pasado 2011, son las más explícitas pruebas de un recorrido integrado desde lo contemporáneo.