El arzobispo alude a las mentiras «que se dicen de la Iglesia sobre la sexualidad»

M.G./Toledo
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Braulio Rodríguez invita a dejar a un lado «el pesimismo» y buscar «el camino abierto para injertarnos de Jesús»

El arzobispo alude a las mentiras «que se dicen de la Iglesia sobre la sexualidad» - Foto: Cristina Gómez

La Catedral, llena de fieles, escuchó ayer la sentida homilía pronunciada por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, durante la misa en honor a la Inmaculada Concepción sobre el ‘misterio de la Virgen Madre’, el pesimismo de la sociedad actual y la necesidad de que la humanidad se desprenda del pecado, «de esa serpiente que acecha» y busque «ese camino abierto para injertarnos en Jesús».

Tras las lecturas, Rodríguez tomó la palabra para recordar la importancia de esta fiesta «que celebran unidas tantas comunidades parroquiales y cristianas por toda la geografía de la Diócesis». En una fecha tan señalada, la Iglesia ensalza a la Virgen, la Madre de la Iglesia que infunde esperanza, «nos precede en el camino de la fe y nos acoge con una gran capacidad de escucha para que nuestras oraciones y peticiones puedan conseguir del Señor aquello que nos hace falta». En 2010, la homilía versó sobre la libertad individual para optar por el bien y el año pasado el arzobispo se centró en explicar por qué los hombres y las mujeres le dan la espalda a Dios empeñados en la búsqueda de unas bondades del mal inexistentes.

En este sentido, invitó a la ciudadanía a una profunda reflexión sobre el pesimismo, el pecado y la infelicidad que, según el arzobispo, alejan del bien y de Cristo. Además, aprovechó esta homilía para zanjar algunas críticas que pueden escucharse a menudo. «Es posible que se nos diga que somos muy pesimistas con la humanidad», apuntó e hizo especial hincapié en ciertos comentarios: «En muchas ocasiones, dicen de la Iglesia cosas que no están ni en su interior ni en sus vivencias, por ejemplo, sobre la sexualidad humana».

Si bien, el arzobispo enseguida volvió al misterio y a la grandeza de la Virgen y aseguró que «nadie hay comparable en la Iglesia  salvo Dios». Al respecto, invitó a la sociedad a dejar a un lado el pesimismo y, sobre todo el pecado, porque es «un amor desordenado nuestro», que conduce a sentir «a Dios como nuestro rival». Además, añadió que tampoco es conveniente que la sociedad, sea o no creyente, piense que el «pecado es una realidad con la que no tenemos que ver».

Sin embargo, Rodríguez dejó claro que la humanidad «no puede entender a Dios como categorías de poder», sino como la salvación y triunfador de los pecados porque «Dios siempre será más fuerte que los pecados y el mal».

Por tanto, considera que «a la sociedad le conviene ver todo lo positivo e impresionante de la vida» que invita a ahuyentar  «aquello que es más pernicioso para la felicidad, el pecado, la búsqueda de nuestros propios intereses o no salir de nosotros mismos». En este caso, Rodríguez Plaza ensalza a la Inmaculada Concepción «porque la necesitamos para que aleje el pesimismo» y nos invite a construir junto a Dios porque «los hombres y mujeres tienen que construir constantemente, pero no somos albañiles que construyan una construcción que nunca se acaba».