Mucho camino por hacer

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Toledo cuenta con un buen número de caminos públicos cerrados, caminos en los que en ocasiones se apunta que son un coto privado, o en los que sale el guarda para avisar de que por allí no se puede pasar. No es cierto, son espacios públicos

J. Monroy | TOLEDO

jmonroy@diariolatribuna.com

Se juntan cada domingo, sobre las nueve de la mañana, en el aparcamiento del pabellón de Santa Bárbara, y salen con sus bicicletas de montaña a recorrer los caminos públicos de Toledo y alrededores. Parece una afición sana y segura, pero en su quehacer, se han topado con multitud de caminos cerrados, carteles amenazantes, guardas de fincas que les intentan echar, e incluso algún cazados que dispara cerca suyo.

El Club de Mountainbike Carpetanos Toledo denunciaba hace unos meses que más de la mitad de los caminos públicos de la ciudad estaban cerrados, e iniciaba una recogida de firmas en la que solicitaba al Ayuntamiento de la ciudad que hiciera un censo de los mismos para empezar a defenderlos. La idea, explicaba su portavoz, Fernando Lara, es que «la finca puede ser privada, pero si el camino es público, deben dejar pasar». Esta semana, Carpetanos ha recibido la buena noticia de que, por fin, el Ayuntamiento ha sacado a información pública el esperado censo de 94 caminos públicos. Así se lo ha comunicado directamente el concejal de Urbanismo, Teo García.

A la espera de que el censo se apruebe definitivamente, todavía queda mucho camino por hacer. Son muchos los problemas con los que se topan quienes por allí quieren transitar en bicicleta, dando un paseo por el campo o simplemente buscando un atajo.

Caminos cerrados. Lara apunta tan sólo tres ejemplos de lo que parece que es una constante en la ciudad: caminos públicos que atraviesan fincas privadas y que están cerrados. En los Montes de Toledo, por ejemplo para evitar que los animales se escapen, suele haber un cartel, en el que piden a quienes por allí transitan que cierren las puertas. No ocurre igual en los tres caminos que unían el barrio del Polígono con Las Nieves, el camino de los Pozos a Carrasco o el final del camino de Pinedo. Aquí, simplemente, hay candados que impiden el paso, y carteles que anuncian que es una propiedad privada o un coto de caza. Al lado, en algunos espacios, hay alambradas agujereadas, remendadas en ocasiones, vueltas a romper.

Esta es una situación que, se lamenta Lara, no sólo se da en Toledo, sino en toda la región o el conjunto de España. En ocasiones, apunta el portavoz de Carpetanos, se da incluso «gente con mala leche» que coloca cables o pinchos en los caminos públicos, entre un pino y otro. Lo que al club Carpetanos sí les ha ocurrido es que un cazador disparó cerca suyo entre Nambroca y Almonacid. Un ciclista recibió un perdigonazo. A partir de entonces, para evitar casos así, sobre todo cada vez que van entre olivos, suelen dar voces o hacer ruido, no sea que ocurra otro accidente. También es normal que salgan guardas diciendo que es un camino particular.

Sin embargo, los Carpetanos siempre comprueban, antes de salir a pedalear, que un camino es público. Lo ven por medio de la página del catastro, donde siempre aparece la titularidad del camino o si es una vía pecuaria. ¿Cómo se llega hasta allí? Por internet, gracias a los mapas de Google.

El corte de caminos se da en Toledo prácticamente en todos los barrios. Lara señala, por ejemplo, la situación de la finca Carrasco, donde, empezando por el puente ‘de la Telefónica’, hay varios caminos cerrados con puerta, como el de los Pozos, y otros en los que se prohibe el paso con carteles.

Situación curiosa también, apunta Lara, es la del camino de Zurriaquín. Allí denunciaron que la entrada estaba cerrada, y han ganado el juicio. Sin embargo, sigue habiendo una cadena y pone que está prohibido el paso. «Si pasas, no te dicen nada, pero tú, ante la duda, no pasas; nosotros, y muchos, nos la saltamos, pero si no lo sabes, piensas que está prohibido». Para evitarlo, desde Carpetanos, Lara ya ha propuesto al Ayuntamiento que, una vez que se apruebe definitivamente el catálogo, se abran las puertas, y que se ponga a la entrada de cada camino que se trata de un vial de uso público, «que se aclare».

Recoge el borrador del censo de caminos públicos municipal al menos tres caminos que unían la zona sur del Polígono, desde la zona trasera de las obras del hospital y las urbanizaciones de Vía Tarpeya, con la urbanización Las Nieves y Nambroca. Son el camino del Carbón, el de Calabazas Bajas y el de Calabazas a la Inesa. Los tres están cerrados con sendas puertas, que impiden el paso por senderos que, aunque atraviesan terrenos privados, son de uso público.

El portavoz de la agrupación de Mountaintbike Carpetanos Toledo, Fernando Lara, recuerda que hasta hace sólo unas décadas, se podía circular tranquilamente por estos tres espacios. Todo está vallado, lo que impide el acceso.

El camino del Carbón, por ejemplo, está situado al final de la Fuente del Moro, por la que transcurre otro camino desde Santa Bárbara. Como recoge el propio catálogo municipal, está cerrado por una puerta, con dos candados a falta de uno. Existen carteles que avisan de que se trata de un «coto privado de caza».

Lara se lamenta de que «es una pena, porque si quieres ir andando con la bici, por ejemplo, te tienes que ir por la carretera de Las Nieves, que es muy peligroso, cuando hay un camino».

El acceso al camino de los Pozos a Carrasco se hace sobre un puente bastante deteriorado sobre la autovía A-42. Una vez allí, junto a las obras del colector del Aserradero, la puerta está cerrada, como recoge el propio catálogo municipal. A la entrada del camino público, varios carteles anuncian que el paso está prohibido y que es una zona de «coto intensivo». Sería un camino que llegaría hasta el camino de Bargas y desembocaría en Valparaíso. Sin embargo, se lamenta Lara, existen varios carteles en su trayecto que avisan de que está prohibido utilizarlo. Todo ello «cuando tenía que estar abierto». No es el único vial cerrado en esta enorme finca, por la que tan sólo circula libremente el camino a Bargas.

Al otro lado del puente, se inicia el camino de Pinedo, que también es público, y está abierto. El problema es que, en un momento dado, al vial desaparece. De pronto, hay un arado en lo que tenía que ser la senda. Son doscientos metros de sembrado. A partir de ahí, el camino vuelve a aparecer y continúa con su trazado normal.

Si abierto está el camino de Pinedo junto a la autovía A-42, la sorpresa se la llevan quienes lo utilizan cuando, tras pasar por un precioso bosque bajo, con vistas inmejorables a la ciudad, llegan a su término, junto a la urbanización El Beato.

Allí la puerta está cerrada. No sólo impide el paso, sino también la salida de quienes, como los Carpetanos, llevan ya unos cuantos kilómetros a sus espaldas, y ven difícil dar la vuelta. A la derecha según se sale, la valla está casi en el suelo, se ve que la han utilizado pasa salir. A la izquierda, estaba rota y está cosida con alambre de espinos, y unos metros más abajo, ya son varios los metros de verja caídos al suelo, sobre la que se puede pasar al camino público tranquilamente.

En la puerta, de nuevo, carteles de coto intensivo. Al otro lado, se ven unas vistas inmejorables del Polígono y Santa Bárbara, y en línea recta sale un camino hacia Azucaica. Un camino, apunta Lara, que en esta ocasión no está cerrado, pero en el que sí se avisa de que es privado y la entrada está prohibida. Una lástima, porque hay una vista por allí impresionante del Casco.