La guía de Siberia

J. Monroy
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La antropóloga polaneca Carmen Arnau prepara un libro sobre la última expedición a los poblados chorses, 21 años después de su primer viaje. La han acompañado seis alumnos suyos de ruso

Carmen Arnau fascina. Y desconcierta. Porque encabeza una fundación con su nombre especializada en el estudio y la difusión de la cultura de los pueblos de Siberia y Asia Central. La sede no está en Moscú. Ni en Madrid, Barcelona o Valencia. Sino en Polán. Allí, esta antropóloga da clases gratis de ruso y, probablemente, desgrane sus peripecias en Rusia, región que la cautivó como amante de esa literatura e hija de un integrante de la División Azul destinado en ese lugar tan distante. Y esta mujer ejerce con sus alumnos como transmisora de los conocimientos y las aventuras. Tanto, que seis de ellos la han acompañado durante el mes de julio en la última expedición a unos pueblos recónditos del Este: los poblados chorses de la taiga al sur de la región de Kemerovo. Se antoja como un viaje extraordinario e insólito, aunque sólo haya durado dos semanas. O 21 años porque, al menos para Carmen, la mochila ya iba bien cargada.

Carmen quedó «anclada» a Siberia con la primera expedición que organizó en 1997. Por su cuenta y ella sola. Dos décadas después, ha regresado a los poblados chorses para la publicación de un artículo y un libro antropológico sobre los cambios habidos desde entonces. «Después de 21 años desde la primera expedición en 1997, los chorses han aumentado ligeramente su población, pero han ido abandonando lentamente su comunidades. La mayoría de las cosas no han variado, algunas han mejorado y otras empeorado. La conclusión final es que, a pesar de todo, siguen manteniendo su tradicional modo de vida, y sobre todo, sus valores y cosmovisión fuertemente vinculada a la naturaleza», resume a vuelapluma en el breve comunicado publicado en las redes sociales sobre la expedición.

Esta antropóloga, que completó el doctorado con un trabajo sobre Siberia, ha pilotado 19 expediciones etnográficas en Rusia, por parajes como la estepa, la taiga o la tundra. Los alumnos que la acompañaron en esta última aventura debieron de quedar boquiabiertos por el espíritu intrépido de su maestra: tardaron entre dos y tres días desde Moscú hasta dar con los chorses. Un vuelo a la capital de Siberia, un tramo en tren, un microbús y una parte final en canoa posibilitaron llegar a este recóndito punto del planeta.

Carmen regresaba ocho años después. Y algunos de sus anfitriones de entonces habían fallecido. No obstante, los vivos la recibieron con un cariño que emocionó a sus seis alumnos (dos de Polán, dos de Las Ventas con Peña Aguilera y dos de Madrid). Y llegó el momento de la evaluación. Entonces, comprobó que la escuela había desaparecido por una decisión administrativa; ahora, los niños quedan internados en otra población durante el periodo escolar. «Sólo van a casa de vacaciones. Se desvinculan de su cultura ancestral y de su familia», apunta.

los servicios del pueblo. Carmen ha comprobado que han mejorado los servicios de los pueblos chorses, que disponen de un helicóptero a la semana, correos, servicio médico y luz eléctrica entre las ocho y las 12 de la noche.

Los chorses son un pueblo turco-mongol, con quienes ha convivido Carmen largas temporadas en las montañas compartiendo su modo de vida y realizando trabajo de campo. Pertenecen al conjunto de pueblos turco-mongoles del sur de Siberia. Étnicamente tienen rasgos mongoles, pero hablan el chorse, una lengua de origen turco.

El proyecto de Carmen en España, el ‘Etnomuseo’, de entrada gratuita y abierto en Las Ventas con Peña Aguilera,  es una iniciativa privada, sin ningún tipo de ayuda, subvención o patrocinio, promovido y financiado por esta antropóloga, que ejercía como funcionaria en la localidad barcelonesa de Sant Just Desvern hasta que se lió la manta a la cabeza con sus investigaciones. Posteriormente, ha realizado numerosas expediciones científicas y trabajo de campo entre las comunidades indígenas de Siberia. En 2015, amplió el ámbito de estudio de la fundación y de los museos a Asia Central, con su primer viaje a Kazajstán. Y ahí sigue.