Ana y un soplo de vida de 720 páginas

M.G.
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Ana Martín, una toledana de 54 años, acaba de estrenar su primera novela con la editorial Planeta. La autora ha cumplido su sueño, aunque le ha costado más de un año conseguir editorial. La escritora tiene otras cuatro novelas escritas

Ana teje las palabras con soltura, con la gracia de alguien optimista que encuentra su punto delante del ordenador, al que le funde los plomos tras horas y horas tecleando historias, dando forma a personajes, trenzando sus novelas sin prisa, aunque no lo parezca, pero con la obsesión de no dejar la tarea hasta que no esté terminada, aunque tenga que sobrevivir a base de Coca-cola para no caer rendida. Así es Ana, una mujer de 54 años vitalista, ilusionada, en constante crecimiento personal, una escritora que encontró una oportunidad en la editorial Planeta cuando estaba a punto de dejar de escribir a pesar de que siempre había sido su sueño.

«Para mí ,escribir es como coger un ovillo de lana, que aún no es nada y ponerse a mover los dedos con las agujas y ver cómo se va tejiendo algo... Y escribiendo vas creando personajes e historias de la nada y es una sensación maravillosa». Pero Ana va más allá, imagina otras vidas, pone en pie a personajes que ríen, lloran, comparten, viven, sufren y son felices según las circunstancias, coloca al lector en mundos conocidos, en otros nuevos, con ritmo, con humor, ironía, gracia, con parráfos que seducen por sus reflexiones entre líneas. También con sencillez, sin grandes retóricas, con un estilo directo y próximo a ese periodismo que se alimenta de calle y de experiencias que contar.

‘Veinte comedias de amor y una noche desesperada» lleva un mes en las estanterías de las librerías y ya es un éxito. Los entresijos del mundo editorial se le escapan, pero Ana sí sabe que ya hay una segunda edición de esta primera novela y «que gusta mucho». Y esa sensación se lleva lejos todos los malos momentos pasados por la falta de trabajo y la ruptura de un matrimonio de años. A la autora todavía le cuesta creer que una editora de Planeta leyera su primera obra y le enviara después de pocos días aquel escueto mensaje de  correo electrónico de tres líneas que decía: «Tu libro tiene un informe muy bueno, me ha encantado y tienes una oportunidad».

El camino de esta escritora novel, una toledana afincada en Madrid desde los veintitantos, ha cambiado de rumbo y ahora sigue escribiendo horas y horas en su casa, con cierta obsesión y un punto de locura que engancha durante uno, dos o tres meses, el tiempo que suele tardar en tener listo otro proyecto. No puede evitarlo, es su manera de escribir y no para hasta que no lo tiene escrito. Incluso en mitad de la noche puede levantarse a rematar un capítulo o una frase que no le convence.

Ana le ha dado vida a Marina, una treinteañera de verborrea mareante con problemas de amores que busca equilibrio sentimental, y a un grupo de amigas, cada una con sus males de amores, sus alegrías y sus pérdidas. También comparten historia Blanca, Sabrina, Amanda,  Victoria, Alejo, Calem y otros personajes que van sumando su día a día, sus proyectos, sus razones, sus circunstancias, con las redes sociales como protagonistas de un mundo actual y la solidaridad de fondo argumental.

la historia y su vida. Resulta complicado definir la novela de la autora, que se empeñó con su ingenioso título homenajear a Pablo Neruda, auque en lugar de poemas, la protagonista del libro se empapa de veinte comedias para superar sus problemas amorosos. «Neruda tenía que estar en mi primera novela porque es mi poeta favorito».

Al margen de ese toque del chileno, Ana también ha conseguido salpicar su historia con reflexiones positivas que animan a los lectores a mirar el presente e ilusionarse con el futuro a pesar de duros momentos. Quizá porque ella también pasó una época difícil hace cuatro años, concretamente un mes de julio. « El día 1 me separé de mi marido y a finales de mes me quedé sin trabajo en una editorial médica después de haber trabajado muchos años».

El mundo se le vino abajo porque pasaban los meses, no encontraba trabajo, las dificultades económicas se asomaban y Ana tenía que mantener a sus dos hijas, de 16 y 13 años. «Pero no me podía meter en la cama a llorar, saqué fuerzas para tirar para adelante y me planteé que algo tenía que hacer en la vida con lo que sabía hacer, escribir y hacer punto».

Y llegó la primera oportunidad. Una amiga le contó que compraba por internet a través de una plataforma americana llamada Etsy y al poco tiempo Ana abrió un portal, consiguió que una tienda de Nueva York le comprara 150 prendas y comenzó su nueva andadura laboral a pesar de no ser un mercado seguro, pero le bastaba para ir g anando algo de dinero, mantener a sus hijas y pensar cómo quería seguir adelante en un mundo que no ofrece oportunidades de trabajo a personas una vez cumplidos los 50.

Al verano siguiente se le ocurrió una gran idea. La venta de prendas de punto decae en esta época y Ana decidió escribir su primera novela. «Pensé que el mundo tenía que ser algo más que caer en el abismo y decidí que iba a soñar». Se plantó delante del ordenador, sin una estructura previa de la novela, y se puso a tejer su historia y sus personajes. «No tenía ningún guión, sólo había visto muchas películas mientras hacía  punto y sabía lo que quería contar, así que me senté en el ordenador veinte horas diarias y no me levanté hasta que terminé».

Aun así, lo más difícil llegó después. Ana envió el primer capítulo de la novela a cincuenta o sesenta editoriales y agentes literarios y no hubo respuesta. Únicamente dos quisieron que les mandase el manuscrito, pero al final no les interesó publicar. Aun así, la autora siguió escribiendo dos obras más, pero la oportunidad no llegaba y volvió a venirse abajo, aunque siguió creyendo que podía salir bien y volvió a mandar una remesa de correos electrónicos  a otros departamentos de las editoriales y llegó a manos de su editora. Y salió a la luz una historia con un buen mensaje: «Que en la vida pasan cosas, algunas horribles, pero siempre hay oportunidades y esperanza».

Ana ha firmado su segundo contrato con Planeta para otro proyecto, «un alegato a la felicidad», la de la protagonista que la siente así «hasta que le pasan cosas y se tambalea», pero la autora avisa: «Las cosas se van arreglando y habrá un final feliz».