«No entretenemos niños, aquí se educa para hacer profesionales»

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Juan José Montero • Director del Conservatorio Profesional de Música 'Jacinto Guerrero'

J. Guayerbas | TOLEDO

jguayerbas@diariolatribuna.com

Es toledano y fue seise de la Catedral, donde comenzó su amor por la música. Juan José Montero, director del Conservatorio Profesional de Música ‘Jacinto Guerrero’ ha coordinado en 2014 la programación musical del IV Centenario del fallecimiento del Greco. En estrecha colaboración con el cabildo de la Catedral recuperó las batallas de órgano y convirtió el templo primado en un espacio para la música sacra con directores de primero orden internacional. En estos seis años al frente del Conservatorio, Montero ha duplicado el número de alumnos que reciben formación profesional en música. Con estudios en piano y composición, así como en dirección de coros y órgano, cuenta con el título de constructor de órganos. Antes de llegar al ‘Jacinto Guerrero’ este joven toledano, padre de tres pequeños, cosechó un interesante currículum como intérprete y director de conciertos, tanto de piano como de órgano. Ahora afronta el 35 aniversario del Conservatorio con varios proyectos que comparte con La Tribuna bajo uno de los artesonados más impresionantes de la ciudad, el que se encuentra en su despacho de San Juan de la Penitencia.

Treinta y cinco años del Conservatorio Profesional de Música ‘Jacinto Guerrero’.

Exacto. Un conservatorio que comenzó siendo elemental y en 1996 se convirtió en profesional, y ahora quizá sea el momento de impulsarlo a superior, aunque tendría que ser un centro adscrito con unas características independientes y diferentes.

Qué significaría para la ciudad contar con un Conservatorio Superior como es el caso, por ejemplo, de Albacete.

Lo primero muchas posibilidades. Ahí está la Universidad de Castilla-La Mancha con la que se podría conveniar al igual que ocurre en Albacete, hay opciones. Toledo, capital de la región, podría hacer frente a este proyecto, aunque de momento prima más la idea de convertir el conservatorio en un grado profesional mucho más fuerte y con mucho más alumnado.

¿Cuáles serían las claves para lograr esa fuerza?

Este año con el 35 aniversario hemos recuperado el grado elemental en todas las especialidades. Después de 20 años se recupera el grado elemental completo para formar a jóvenes de entre 8 y 12 años. Por fin tenemos las tablas para poder contar con este semillero de alumnos que dentro de muy poquitos años van a estar haciendo el grado medio y el grado profesional.

En la actualidad, ¿cuántos alumnos tiene el centro?

Estamos rozando los 400 matriculados, unos 390 alumnos que cada tarde vienen a formarse con los 38 profesores que formamos el claustro del Conservatorio.

Para este aniversario contarán con una programación especial.

Sí. Estamos confeccionando el Día de Santa Cecilia y conciertos de Navidad. La actividad del centro va a estar muy vinculada a este aniversario, pero sobre todo a la idea de que en este 35 aniversario el Conservatorio de Toledo ya completa su formación con el grado elemental. Además colaboraremos con las entidades con las que siempre hemos tenido contacto, como Manos Unidas o Unicef, y otras de ámbito público. Estamos perfilando una programación que entre en nexo con actividades no solo vinculadas a la ciudad de Toledo, sino importar y exportar nuestra actividad musical, para mí eso es el éxito de estos años.

Participar en festivales y congresos fuera del ámbito local.

Exacto, que haya más movimiento tanto externo, como interno, que venga gente y que nuestros alumnos vayan fuera, para mí ese ha sido el objetivo de estos últimos cuatro años de dirección. Creo que ha habido un avance muy importante, por ejemplo, con el proyecto Comenius -de la Unión Europea- gracias al que alumnos del Conservatorio viajaron a Alemania, Italia, República Checa... estuvimos allí de intercambio con alumnos que luego nos devolvieron la visita. Todo este movimiento enriquece. Por eso quiero que el Conservatorio sea un foro, un encuentro de la gente de Toledo, que puedan venir a conocer el edificio y la actividad que desarrollamos.

Un edificio, antiguo convento de San Juan de la Penitencia, que necesita alguna que otra mejora, ¿no es así?

La mejora del edifico está ahí. Las instalaciones requieren alguna que otra adaptación al número de alumnos y a la actividad que tenemos. Estamos casi al 100 por cien, ya no tendríamos capacidad para más alumnos, sí que es cierto que la actividad necesita una adaptación mayor, algo que llevamos transmitiendo mucho tiempo y que espero, pronto, sea una realidad.

Habla de mejoras, de adaptar el edificio.

Necesitamos una insonorización muy grande para poder ensayar en las clases sin que nos molesten y sin molestar, es una tarea importante que viene derivada del gran crecimiento que hemos experimentado. Tenga en cuenta que hace cinco años teníamos la mitad de alumnos, para nosotros es muy importante que en estos cuatro años hayamos crecido tanto, y es que Toledo es una ciudad musical y encontramos que hay un interés de verdad, hasta obsesión, por entrar en el Conservatorio.

La música se vive como una actividad extraescolar, pero ¿cómo es ese giro de lo extraescolar a lo profesional?

Esto es una carrera de fondo y de larga distancia. Una carrera que empieza cuando un niño tiene 8 años y ve como la música forma parte de su vida y de su rutina diaria y esfuerzo, que su mente tiene que ampliarse porque además de la enseñanza obligatoria tiene que dar unos resultados que le exigen un grado de concentración, destreza y valentía, lo que completa la formación de los niños, y eso se ve desde que son chuiquitines. Aquí no se entretiene a ningún niño, aquí se educa para hacer profesionales. Cuando son mayores deciden si quieren dedicarse a ello profesionalmente, pero desde pequeños los vamos educando en lo profesional.

¿Qué relación hay con la Escuela Municipal de Música? ¿Es cantera para el Conservatorio?

Es muy buena desde un principio. Desde el Conservatorio siempre hemos apoyado que la escuela es uno de los elementos más enriquecedores de la formación de los toledanos. Cada uno tenemos una visión diferente, pero puntos en común que hacen que los chicos de la escuela que quieren dedicarse a la música desde lo profesional se les enfoca de una manera fantástica para venir al Conservatorio y unirse a la enseñanza profesional. Eso se hace de una manera coordinada y con un talante especial por parte del director y de su equipo.

35 años de formación

El Conservatorio Profesional de Música ‘Jacinto Guerrero’ se funda en 1980 gracias al empeño y a la ilusión del sacerdote Antonio Celada, canónigo de la Catedral Primada que vio esta necesidad, pues hasta la fecha aquellos que querían formarse musicalmente tenían que hacerlo en Madrid. Este centro fue creciendo dirigido por Ana María Sancho y vinculado a la Diputación Provincial de Toledo.

El número de alumnos fue a más, así como el de profesores, hasta llegar a ofertar la mayoría de las especialidades instrumentales que se contemplan en la oferta educativa legislada para los conservatorios profesionales de música.

Desde el año 2009, el ‘Jacinto Guerrero’ pertenece a la red de centros públicos de la Consejería de Educación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, lo que vino a reforzar su figura y peso en el panorama musical de la región y de la provincia.

El Conservatoria cuenta con unas instalaciones históricas en pleno Casco Histórico de Toledo. Hoy ocupa el antiguo Convento de San Juan de la Penitencia con una biblioteca con un fondo de más de 7.000 volúmenes entre partituras, libros especializados y grabaciones.

Lo que antes fue iglesia, hoy es un auditorio en el que alumnos y profesores organizan conciertos, junto a recitales de músicos invitados, siempre, abiertos a la ciudad y al público toledano.

San juan de la penitencia. El cardenal Cisneros fundó este convento en los primeros años del siglo XVI, siendo una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, al fusionar las formas renacentistas y las mudéjares.

Levantado por el arquitecto Pedro Gumiel, sufrió un devastador incendio en 1936, que lo redujo a escombros, sirviendo más tarde de refugio a los desamparados después de la Guerra Civil.

El edificio conserva los claustros originales, así como la portada del templo conventual con el escudo del cardenal Cisneros, aunque lo más llamativo de su arquitectura es el artesonado polícromo en cuya estancia se sitúa el despacho del director de este centro de formación musical que aspira a convertirse en Conservatorio Superior, no sin antes dar una vuelta a las instalaciones, que necesitan una reforma integral inminente.