Cervantes no sabía controlar sus emociones

LUIS J. GÓMEZ
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La grafóloga Sandra Cerro estudia los manuscritos del autor del Quijote y concluye que era una persona que «intentaba mantener las formas, pero le podía su nervio»

De Cervantes existen muchas biografías, documentos de la época que aportan algunos indicios de cómo era el escritor del Quijote... y están por supuesto las ideas que trascienden de sus propios escritos. ¿Pero cómo era él realmente? La grafóloga Sandra Cerro explica que «en realidad la escritura es lo que mantiene a la persona viva». En comparación con las visiones externas que pudieron tener sus coetáneos, al estudiar su forma de escribir es el propio Cervantes el que hace su retrato. «Nos dice cómo es, él mismo nos lo dice», señala.

Para conmemorar el IV Centenario de la muerte del autor del Quijote, Sandra Cerro recibió un encargo muy especial:realizar un estudio grafológico de su escritura a través de los doce manuscritos que se conservan de él. El encargo le llegó del director de la editorial Círculo Científico, con la intención de publicar todos los ‘autógrafos’ de Cervantes en un volumen. El libro Autógrafos de Miguel de Cervantes Saavedra se presentó a finales de enero en la Real Academia Española y desde este viernes los originales de esos manuscritos se pueden contemplar en la exposición que ha organizado la Biblioteca Nacional de España sobre el autor de Alcalá.

A Sandra Cerro le llevó tres semanas completas de estudio averiguar cómo era la personalidad de Cervantes a través de su caligrafía. Señala que no le consta que se haya hecho antes un estudio de este tipo. Algunas de las conclusiones coinciden con la imagen que se tiene hoy de él. «Era muy inteligente, con tendencia al idealismo, era bastante imaginativo», comenta Cerro. También la forma de escribir da algunas pistas de cómo funcionaba su mente creativa:«Era una creatividad muy de golpes de ingenio».

Otros de los ‘secretos’ del carácter de Cervantes quizá puedan sorprender más. «Era una persona muy emotiva», desvela Cerro, «no podía controlar los impulsos y emociones, le salían a borbotones». La grafóloga encargada de este estudio explica que se aprecia que el autor del Quijote «intentaba mantener las formas, la compostura», que buscaba mostrar una imagen de prudencia, pero que finalmente «le podía su nervio» y resultaba más vehemente de lo que pretendía.

Esa faceta de su carácter está también en consonancia con el espíritu de una «persona muy inquieta y bastante apasionada». ¿Y cómo se pueden averiguar todas estos detalles solo con la caligrafía? Cerro desvela que se ve que es una escritura «muy ágil, espontánea y dinámica». La tendencia a escribir con inclinación a la derecha, por ejemplo, muestra su orientación hacia los demás. «Era muy extravertido, muy buen comunicador, era afectivo y pasional en las relaciones».

le gustaban las situaciones cambiantes. Cerro también desvela que Cervantes era una persona «inquieta», aunque su biografía, con sus viajes por el Mediterráneo y media España ya dan una pista. «Prefería situaciones cambiantes», apostilla, «si no tenía cosas que hacer se las buscaba».

Lo curioso es que esos rasgos de creatividad e imaginación, de afectividad y pasión, se notan en unos manuscritos que no son de obras literarias. Todos  son documentos de trabajo por su labor como comisario general de abastos y de recaudador de impuestos. Hay una excepción con el primero, que se trata de una misiva al secretario del Consejo de Indias. En ella le deja caer que está a la espera de un puesto vacante en América. Aquí habla algo de su vida porque menciona  La Galatea, una de sus novelas. Cerro apunta que precisamente uno de los problemas que debe afrontar es que no hay textos de la juventud de Cervantes, ya que el primero conservado suyo es de cuando tenía 34 años. Los siguientes se prolongan hasta pasados los cincuenta.

Sandra Cerro se ha encargado de trazar la personalidad de Cervantes a través de su caligrafía, pero el volumen publicado por Círculo Científico también incluye el estudio del académico Juan Gil sobre su ‘ortografía’. En la presentación del libro en el RAE, Gil destacó de Cervantes «la llaneza, esa misma que el escritor, a través de don Quijote, le recomienda a Sancho». Además los profesores José Manuel Lucía y Elisa Ruiz García han llevado a cabo otras investigaciones sobre estos manuscritos como son ‘Los autógrafos cervantinos o el rastro perdido en los Siglos de Oro’ y ‘Estudio paleográfico y diplomático de los autógrafos cervantinos’, respectivamente.

casi todos reunidos. Para enfrentarse cara a cara a los autógrafos de Cervantes solo hay que pasarse por la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, hasta el 22 de mayo. Entre otras curiosidades se descubrirá que el autor del Quijote firmaba con ‘b’ -es decir, Cerbantes-. Los manuscritos que se exhibirán suponen el conjunto de todos los conservados en España. Solo faltarán tres de Estados Unidos -se encuentran en el Rosenbach Museum Library de Filadelfia- y que fueron robados del Archivo General de Simancas en el siglo XVIII. Además se mostrarán también cuatro autógrafos falsos, descubiertos en el siglo XIX.

 «Es el mejor homenaje que se le puede tributar al conmemorarse los 400 años de su muerte», señaló sobre la exposición el comisario José Manuel Lucía Megías. Y es que la conmemoración de Cervantes no se celebró como se debía en el anterior aniversario. Entonces, en 1916, el conde de Romanones decidió aplazar las celebraciones cervantinas debido a la Primera Guerra Mundial. Curiosamente había planeada una exposición en la Biblioteca Nacional de España y fue suspendida.