El pasado 11 de noviembre tres agentes de la Policía Nacional se encargaron de rescatar a una mujer que se arrojó a las aguas del Tajo. Se trata del oficial Pablo Fernández y los agentes Enrique Redondo y Alberto Pérez. Los tres son miembros de la UPR (Unidad de Prevención y Reacción) de Toledo. Un ciudadano que paseaba esa mañana por el puente de Azarquiel presenció como la joven dejaba una mochila en la barandilla y, acto seguido, se arrojaba al río. Rápidamente llamó a emergencias, y el avisó entró al 091. Pablo, Enrique y Alberto se encontraban en esos momentos en Bisagra. Su ubicación fue fundamental para poder llegar en cuestión de minutos a la zona.
Bajaron río abajo tratando de adelantarse a la corriente, buscando una zona de acceso desde el Puente Nuevo de Alcántara que les permitió llegar hasta los pilares del otro puente, el romano. Allí la visibilidad era muy reducida, la propia estructura impide ver río arriba, por lo que también fue importante la colaboración de los agentes de la Policía Local y de algunos vecinos que contemplaban la escena. Ahí llegó el momento de la gran reacción que tuvo Enrique Redondo. Él fue el encargado de tirarse al agua. Sin dudar un instante y poniendo en peligro su vida. Le había tocado la pajita más corta debido a su experiencia en rescate y salvamento acuático. Es natural de Gijón y está acostumbrado a lidiar con la fuerza del mar. Pero no sospechaba que el río tajo, con su insalubre color y sus aguas aparentemente mansas, es en realidad una trampa mortal. Su actuación fue tan repentina que no le dio tiempo ni a quitarse las botas. Se desabrochó el cinturón, con el arma reglamentaria y el resto de equipo, pero justo cuando se iba a poner con las botas le gritaron que la chica se acercaba. No tuvo tiempo para dudar. La reacción fue clave en todo el rescate.