Así nació la literatura de viaje

J. Guayerbas
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La autora Patricia Almarcegui presentó ayer en la Biblioteca 'El sentido del viaje', premio de ensayo Fray Luis de León. Personajes como Ruy González de Clavijo, Lady Montagu y Annemarie Schwarzenbach centran la obra.

Así nació la literatura de viaje - Foto: Javier Pozo

La literatura de viaje, su análisis histórico y formal, ha llevado a Patricia Almarcegui al premio de ensayo Fray Luis de León. Ayer, la Biblioteca de Castilla-La Mancha recibió a la literata que presentó su última obra ‘El sentido del viaje’ editada por la Junta de Castilla y León y que ha logrado en estas semanas el aplauso no sólo de los lectores, también de la crítica.

Almarcegui se empapó ayer de Toledo. En su visita a la ciudad inmersa en la conmemoración del IV Centenario del fallecimiento del Greco, la autora hizo un hueco para atender a La Tribuna y compartir los cuatro años de trabajo que han dado como resultado ‘El sentido del viaje’.

«Mi idea era identificar los elementos en torno a los que se organiza un viaje, como el encuentro con el otro», comentaba Almarcegui que en estos años de trabajo e investigación, así como de kilómetros y maletas, ha analizado hasta 60 libros de viaje para escribir o descifrar más de una veintena de conceptos sobre los que se articula este fenómeno cultural, social, e incluso, económico y de comercio.

Para iniciar el viaje a través de las páginas de esta nueva obra, la autora ha seleccionado tres épocas y tres personajes. El primero de ellos Ruy González de Clavijo que en 1403 realizó la primera descripción conocida de una jirafa en su viaje a Tamerlam. «Un viajero castellano que en el siglo XV marca el cambio entre el viajero medieval y el viajero moderno con un punto de mira comercial», señalaba Almarcegui, «el viajero empieza a mirar, comprar, medir, un ejemplo es Marco Polo», dijo.

El segundo personaje ilustre que lleva al lector por ‘El sentido del viaje’ es la británica Lady Mary Wortley Montagu. «Ya escribí de ella en mi libro ‘El pintor y la viajera’ es la encargada de hacer la primera descripción de un harén y un baño turco», apuntaba esta filóloga hispánica, doctora en Filosofía y experta en Oriente Medio. Una de las afirmaciones que Almarcegui saca a relucir en esta conversación sobre Lady Montagu es la que la británica apostilló cuando conoció Estambul ‘el escenario de una nueva ópera cada día.’

El libro finaliza con la ‘profesionalización’ de la literatura de viaje, de esos párrafos que evocan y trasladan al lector a mundos a miles de kilómetros de distancia. Y el referente de esta forma de hacer literatura es Annemarie Schwarzenbach, «un personaje increíble que viaje a Irán y Turquía en un coche Ford».