La 'fiesta de las calderetas' acabó en una pelea multitudinaria

J.A.J./Toledo
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Inician el juicio a ocho implicados en una riña sucedida en La Puebla de Almoradiel hace tres años. Uno de ellos, además de su mujer y sus padres, fue agredido delante de su propia vivienda por un grupo de jóvenes

La ‘fiesta de las calderetas’ acabó en una pelea multitudinaria - Foto: David Pérez

De nuevo una fiesta popular en un municipio toledano ha acabado en la crónica de sucesos. En esta ocasión, se ha iniciado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial el juicio a ocho personas implicadas en una pelea multitudinaria registrada en La Puebla de Almoradiel tras la conocida como ‘fiesta de las calderetas’ en la madrugada del 8 de agosto de 2009. Se da la circunstancia de que uno de los acusados,  junto a su mujer y sus padres, fueron agredidos delante de su propia casa por un grupo de jóvenes  en un ataque en la que llegó a usarse una cadena pitón de moto y una piqueta.

La fiesta de las calderetas es un tradicional concurso de elaboración de este tipo de platos que se celebra todos los primeros viernes de agosto en La Puebla, con motivo de las celebraciones de la vendimia. Se ha convertido en una suerte de romería dentro del pueblo, en la que es habitual que familias y grupos de amigos monten casetas con tractores y remolques y que se hagan guisos, incluso sin participar en el concurso en sí. El reverso de estas celebraciones masivas, que aprovechan el calor del verano, es el abundante consumo de alcohol que suele darse en ellas y que, a tenor de los testimonios escuchados ayer en el juicio, estuvo detrás de los sucesos.

Tras el interrogatorio a los acusados pudo confirmarse que los hechos arrancaron con una discusión de tráfico en la que el acusado José María T.S. reprochó al acusado Iván C.T. que condujera de manera imprudente su coche en el Prado de la Estación. T.S. señaló que C.T. le respondió que conducía «como me sale de los cojones» y que dijo a sus acompañantes y también acusados Miguel Ángel L.V., Alberto S.D. y Rubén G.G. «preparaos chicos, a este tío nos lo cargamos». Así este grupo agredió a T.S., que luego respondió agrediendo a un quinto joven, Joel V.M.

Estos jóvenes y otros dos acusados, Jorge S.M. y Jorge N.D., terminaron llegando a la vivienda de T.S. junto a otros jóvenes que fueron espectadores de la trifulca. Aparte de una nueva agresión a T.S., la Fiscalía mantiene que su mujer, su padre y su madre fueron golpeados con la cadena pitón. El padre, incluso, precisó hospitalización por lesiones en la cabeza. Junto con los daños físicos, los atacantes causaron perjuicios en el coche y en la fachada de la casa de T.S. Según se oyó en el juicio, se llegaron a lanzar trozos de baldosas a la vivienda.

No hubo conformidad. Este tipo de peleas suelen solventarse rápidamente cuando llegan a juicio si los acusados aceptan la culpabilidad de sus actos y, a cambio, pueden optar  a una condena que les evite ir a la cárcel. En este caso, el llamado acuerdo de conformidad no ha sido posible porque uno de los acusados, Jorge S.M., ha insistido en declararse inocente. Afronta una petición de condena de cuatro años de prisión.

S.M., durante su interrogatorio, mantuvo que estuvo en la pelea prácticamente como testigo, ya que sólo intervino para intentar separar a los contendientes y para dar patadas y puñetazos al coche de T.S. Este acusado negó que fuera él quien empuñara la cadena pitón durante la trifulca, mientras su abogado defensor exponía que durante la instrucción fue el acusado Jorge N.D.M quien afirmó que usó aquella arma. Sin embargo, N.D.M -que también afronta cuatro años- negó esto en el juicio y apuntó a S.M. como usuario de la cadena. Coincidió en esto también José María T.S., que afronta dos años de cárcel por su agresión a Joel V.M.

Hay que reseñar que el resto de los acusados sólo afrontan peticiones de multas, al entenderse las lesiones que han causado en la pelea como faltas y no como delito.  Miguel Ángel L.V., Rubén G.G., Iván C.T. y Alberto S.D. negaron que participaran en la pelea ante la casa de T.S. al no tenerse en pie por el estado de ebriedad en el que se encontraban.