Sancho de San Román, «toledano de Toledo»

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El doctor Rafael Sancho de San Román falleció ayer a los 84 años. Director de la Real Academia de Toledo, destacó como pionero en la historia de la medicina española

Sancho de San Román, «toledano de toledo»

El médico Rafael Sancho de San Román, director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo entre 1979 y 1984, falleció ayer en Toledo a los 84 años de edad. Sancho de San Román pertenecía a la primera generación de historiadores de la medicina en España y era, como a él le gustaba afirmar, «toledano de Toledo».

Nació un 8 de octubre de 1935 en la ciudad que siempre amó. Su infancia transcurrió entre dos guerras, lo que sin duda marcó profundamente su carácter y le convirtió en un humanista convencido y un ferviente defensor de las libertades y los derechos humanos.

Salamanca fue otra ciudad a la que estuvo unido, ya que allí realizó sus estudios y se doctoró en Medicina y Cirugía. No obstante, Toledo ocupó su corazón. Llevando semejante apellido no podía ser de otra forma. Los San Román tienen profundas raíces toledanas y, además, han estado muy vinculados a la historia de la ciudad.

Sancho de San Román, «toledano de toledo»Sancho de San Román, «toledano de toledo»Dos de sus antepasados, Teodoro (1850-1933) y Francisco de Borja San Román (1887-1942), fueron también antes que él directores de la Real Academia toledana. Ser nieto, hijo, sobrino y hermano de catedráticos le marcó el camino a seguir.

Pero Sancho de San Román supo forjar su propio destino. Además de presidir la Academia toledana, fue correspondiente de la Real Academia de Medicina de Salamanca. Miembro Fundador de la Sociedad de Médicos Escritores y Artistas, desde 1959, por un trabajo titulado ‘La Medicina y los Médicos en la Obra de Tirso de Molina’. Además, también fue miembro del ‘Club du Cirque de París’.

Sus publicaciones como historiador de la medicina son muy numerosas, destacando textos como ‘Vida y obra de Gaspar Casal’ (1959), ‘La obra psiquiátrica del doctor Pi y Molist’ (1960) y ‘La obra psiquiátrica de Giné y Partagás’ (1960). En 1960, aún vinculado a la Universidad de Salamanca, trabajó en un Catálogo de las disertaciones y memorias de la Regia Sociedad Médica de Sevilla (1736-1819).

Rafael Sancho de San Román fue el autor de biografías de médicos estrechamente relacionados con Toledo, como López-Fando y Gregorio Marañón. También publicó abundantemente sobre literatura neurológica, sobre la pestilencia en época del Renacimiento español, sobre los estudios médicos en la antigua Universidad de Toledo y sobre hospitales, como el del Nuncio. Fuera de la historiografía médica, se interesó por temas como la pintura, la escultura y la literatura, en concreto la poesía.

Miembro fundador de la Sociedad Española de Historia de la Medicina y numerario de la Sociedad Española de Grafología, el doctor Sancho de San Román era además consejero del Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos (IPIET).

Rafael Sancho de San Román ingresó en la Real Academia toledana (medalla III) en 1969 con un discurso sobre la medicina en Toledo, ocupando la vacante dejada por Julio Pascual. Además de sus labores como directivo -presidió la audiencia concedida por el rey Juan Carlos I a los académicos en el Palacio Real en mayo de 1980-, realizó los discursos de contestación de los académicos Juan Nicolau, Luis Alba y Tomás Camarero. En 2014 renunció a las obligaciones de académico numerario, siendo sustituido por el historiador y archivero Miguel Gómez Vozmediano. La institución le rindió homenaje en 2006, con la publicación del libro ‘Ars longa, vita brevis’, editado por Antonio Pareja.

De esa última publicación destaca, a modo de síntesis sobre su valor como persona, el siguiente párrafo: «Es una personalidad muy estimada y apreciada en el ambiente cultural de Toledo y muy respetado y admirado en todos los sectores de ámbito social, médico,  académico,  político  y  religioso.  Trazar  su  perfil  humano,  es  dibujar a una persona de grandes cualidades donde destacan la humanidad, una generosidad sin límites y su afabilidad en el trato. Posee un fino olfato de investigador, una enorme capacidad y organización para el trabajo y una tendencia natural para ayudar y poner a disposición de forma desinteresada la documentación y la información que hubieran satisfecho las más ambiciosas metas de cualquier investigador. La alta calidad humana del Dr. Sancho de San Román, se perfila rápidamente con su trato». Por siempre, descanse en paz.