«El Tajo más contaminado está en Toledo»

Patricia Pérez
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De su paso por la ciudad imperial resalta las «impresionantes vistas» desde el agua y la falta de mayor integración del río en la vida de la ciudad. «Toledo debe mirar más a su río», dice.

Si hay un elemento de Toledo que llama la atención a partes iguales a turistas y vecinos ese es el imponente relieve que dibuja la ciudad en el horizonte; las siluetas de sus monumentos son visibles desde varios kilómetros de distancia. Pero quizás uno de los prismas menos conocidos es el de el ‘skyline’ toledano desde las aguas del Tajo.  «Una pena que no se potencie más este punto de vista», apunta Antonio de la Rosa, el primer piragüista que ha recorrido el Tajo desde la comunidad de Madrid hasta Lisboa.  Y es que a su juicio la ciudad debería integrar el río en su día a día, y por supuesto, en sus planes turísticos. «Remar en Toledo y ver sus construcciones es una gozada», recalca.

«Toledo no mira a su río», dice tajante de la Rosa, al considerar que falta concienciación social para conseguir agua de calidad y en cantidad, garantizando la supervivencia de su entorno. Apunta con cierta tristeza que el tramo más contaminado que se ha encontrado en su camino acuático ha sido, precisamente el de Toledo y hasta Talavera.

«Vas viendo cómo va cambiando el río, se va transformando desde la sierra norte de Madrid donde el agua es cristalina, completamente potable y de hecho los primeros días de trayectoria he bebido directamente del embalse del Lozoya. Luego va cambiando y con la llegada a las primeras poblaciones ves cómo nos pensamos que el río se lo come todo, empezamos a echar basura y a maltratarlo», explica el piragüista.

Y es a su llegada a la ciudad de Toledo donde, ante la falta de caudal, el deportista ha encontrado las peores  imágenes, paradójicamente a la vera de una de las ciudades ribereñas más bellas. «Cuanto menos agua hay más se ve la realidad de la contaminación. La parte más contaminada es el tramo entre Toledo y Talavera, también porque el caudal es muy bajo y es una pena.  Toledo no mira a su río, sus gentes deben ser más luchadoras por su río, que les dé más coraje su situación», sentencia.

Desde su punto de vista como embajador del Turismo Activo, labor que desarrolla en la sierra de Madrid, Antonio de la Rosa vislumbra buenas posibilidades para el desarrollo del río Tajo a su paso por Toledo como un aliciente para el turismo medioambiental. Eso sí, siempre que se trabajase conjuntamente sociedad y autoridades para «conseguir que sea un río limpio, que al menos la gente se pueda bañar en él como antiguamente». Y recalca que, si la ciudad se volviese al Tajo, podría incrementar su atractivo «con actividades en sus riberas, con paseos organizados, con piraguas, porque  la ciudad también tiene un club de piragüismo».

Caudal. El problema de la suciedad y contaminación del Tajo a su paso por Toledo es importante y preocupante, a juicio del piragüista. De hecho, relata que, al cambiar de comunidad autónoma, cuando el Tajo se adentra en Extremadura, el paisaje cambia radicalmente, algo más llamativo aún en tierras lusas. «En Portugal es un río limpio donde la gente se baña, las riberas están cuidadas y se vive con otra perspectiva mucho más cercana», recalca.

A esta tesitura se suma el bajo caudal, acuciante también en la ciudad. «El río está bajo, muy bajo. Es la primera vez que paso por este tramo y no puedo valorar el caudal respecto a otros veranos o años, pero hay que reconocer que  trae muy poca agua».

Preguntado por el trasvase Tajo-Segura y la reciente aprobación de un nuevo trasvase por parte del ejecutivo nacional, de la Rosa recalca que «obviamente, un trasvase tiene que perjudicar, y mucho, al río». Dice el piragüista que la solidaridad no debe de estar reñida con un caudal mínimo y la posibilidad de que el Tajo siga conservando su vida en el tramo que discurre por la región, el más deteriorado. «Hay que ser solidarios, sí,  pero también hay que dar una calidad mínima al río, un caudal sostenible. El Tajo necesita su agua», concluye.