Las pensiones, los intereses de deuda y el paro copan las cuentas para 2016

Javier D. Bazaga (SPC)
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Sanidad, Cultura y una mejora salarial para trabajadores públicos concentran las inversiones

La consolidación de la recuperación económica ha sido una de las máximas que ha guiado la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año 2016, con una reducción del techo de gasto del 4,4 por ciento y unos objetivos de déficit estrictos para despojarse de la etiqueta de los países con déficit excesivo.

Sin embargo, serán unas cuentas en las que el gasto social será la seña de identidad, con el 53,5 por ciento del total destinado a este concepto, siendo el capítulo de las pensiones el que se lleve buena parte del montante. Esto se debe a la subida mínima comprometida por el Ejecutivo del 0,25 por ciento de las prestaciones, lo que, en el cómputo global, supondrá el 38,5 por ciento con 135.449 millones de euros, es decir, un incremento del 2,9 por ciento con respecto al año anterior.

El fomento del empleo es otra de las partidas que más crece, un 9,9 por ciento, aunque las prestaciones por paro se ven reducidas en un 21,7 por ciento debido a los cálculos de creación de puestos de trabajo del Gobierno, que atisban 600.000 ocupados más en 2016, que habrá que sumar a los otros 600.000 que se registrarán al finalizar el año en curso, según manifestó ayer el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas en la presentación de las grandes cifras, que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados y que entregó al presidente de la Cámara, Jesús Posada.

Cuentas en las que, por primera vez en lo que llevamos de crisis, se alcanzará un «superávit primario nominal», lo que permitirá reducir el peso de la deuda sobre el Producto Interior Bruto (PIB) del país, destinando 10 de cada 100 euros al pago del déficit público, por lo que se llevarán 33.490 millones de euros del total, un 5,4 por ciento menos que lo presupuestado para 2015, algo «fundamental» para poder seguir financiándose en el extranjero en condiciones óptimas.

Pero si en el exterior las cosas van bien, son los marcadores internos los que han permitido al equipo de Montoro hacer unos presupuestos en los que se reduce el techo de gasto en un 4,4 por ciento y se incrementan los ingresos en un 6,2 por ciento.

Esto se debe, sobre todo, a la recaudación del IRPF, de la que se prevé un alza del 5,5 por ciento gracias a esa creación estimada del empleo, así como a la mejora de la actividad de los trabajadores autónomos, de los que se incluye la previsión de ingresos de las cuotas por cese de actividad cercana a los 155 millones de euros. También a la recaudación del IVA, con un incremento del 4,6 por ciento, o de los impuestos especiales, con una subida del 4,8 por ciento. De esta forma, el cuadro del departamento de Hacienda deja unos ingresos no financieros de 134.773 millones de euros -después de la cesión a las entidades territoriales-.

Coherentes y rigurosos. Precisamente son las buenas previsiones las que, según detalló Montoro, han permitido elaborar unos presupuestos «afianzando un escenario económico de recuperación» y con «unas cuentas públicas cada vez más saneadas» después de años de recesión. Unas cifras «coherentes y rigurosas», tal y como remarcó el ministro, con las políticas que ha venido desarrollando el Ejecutivo de Mariano Rajoy a lo largo de la legislatura que han buscado la mejora económica y «recuperar el nivel de ocupación previo a la crisis económica» con 20 millones de ocupados para el próximo ejercicio.

También se recoge en los presupuestos la actualización salarial al 1 por ciento para los empleados públicos -que beneficiará a los miembros del Gabinete y al presidente, que verá elevado su sueldo en 65 euros mensuales-, que hacen que el gasto en personal sea una de las pocas partidas que sube el año que viene un 4,9 por ciento, permitiendo asegurar al responsable de las Finanzas patrias que los presupuestos «están devolviendo a la sociedad y a los funcionarios los esfuerzos realizados», convencido de que la austeridad «es lo que nos ha sacado de la crisis».

El Gobierno quiere mantener la senda emprendida durante la legislatura y, por eso, Montoro llegó a prometer que el año próximo «volveremos a bajar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF)», siempre y cuando, puntualizó, «vayamos confirmando que tenemos escenario presupuestario». Una promesa que se permitió realizar, ya que el Ejecutivo «apuesta por seguir bajando impuestos», indicó, detallando que esto será posible si los ciudadanos les vuelven a dar la confianza en las próximas elecciones legislativas de finales de año.

«Aspiramos a que la presión fiscal no aumente», subrayó, asegurando que se han vuelto a hacer las políticas que su partido ya hizo con los gobiernos de 1996 a 2004, «y que no pudimos hacer al comienzo de esta legislatura por la situación cuasitrágica», en la que se encontraron, aunque le quitó el cuasi inmediatamente, ya que en 2007 se experimentó una «catástrofe» en los ingresos públicos descendiendo en 70.000 millones de euros.

En este sentido, Montoro advirtió de la existencia de «otros programas políticos» que, a su juicio, «se equivocan de medio a medio» si lo que anuncian es liquidar todas las reformas que se han hecho a lo largo de la legislatura y que han permitido recuperar la confianza sobre la economía del país.

Previamente, el ministro de Hacienda cargó contra las críticas de los portavoces parlamentarios que habían dicho que crecer tanto era posible porque no se podía caer más. «Teorías facilonas», como las definió el dirigente popular y que quiso desmontar advirtiendo de que «la profundidad del agujero nunca se conoce hasta que no se experimenta».