Los Grecos «yankees» de Washington

Adolfo de Mingo Lorente
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La National Gallery posee desde los años cuarenta los dos Grecos que abandonaron San José en 1907 y compró Widener

Los Grecos «yankees» de Washington

«Se contaba con la munificencia de los yankees, y, para obtener el mayor producto posible, se echaron a volar en un principio cifras fantásticas. Pero los yankees no han respondido (...) Y los dos cuadros españoles, convenientemente aseados, permanecen en París, en el escaparate de la casa Goupil, que los tiene en comisión, esperando la llegada del millonario americano que, con el bolso lleno de dollars, les liberte de su cautiverio».

Julián Besteiro celebraba amargamente en 1908, desde las páginas del periódico El País, la «desgracia» que había supuesto para los interesados en la venta de los cuadros de San José el que no se hubiera rematado aún fuera de Europa la venta de San Martín partiendo la capa y de la Virgen con el Niño, Santa Inés y Santa Martina. «Es posible todavía recuperar esos Grecos», creía, ya que no habían seguido aún el destino de otras telas vendidas a través de anticuarios y marchantes a coleccionistas estadounidenses como el matrimonio Havemeyer. Desgraciadamente, en apenas unos meses la operación quedaría confirmada y los cuadros que durante siglos habían permanecido en el Oratorio de San José irían a parar a manos de Peter Arrell Brown Widener, cabeza de una de las familias más acaudaladas de Pennsylvania. Las dos pinturas se conservan en Estados Unidos desde entonces, concretamente en la National Gallery de Washington.

San Martín partiendo la capa se encontraba originariamente situado en el retablo de la zona del evangelio, a la izquierda de la entrada al templo. El Greco representó al santo soldado, cuyo nombre coincidía con el de Martín Ramírez (se llamaban así tanto el fundador del oratorio como Ramírez de Zayas, el sacerdote que realizó al Greco el encargo), en el momento de rasgar la capa con su espada para compartirla con el mendigo. San Martín se nos muestra recubierto con una rica media armadura damasquinada y a lomos de un caballo blanco, color que para Richard Mann estaría simbolizando la pureza de quien después acabaría convirtiéndose en obispo de Tours.

El historiador del arte Harold Wethey sugirió que el Greco podría haberse inspirado para pintar esta escena en el San Martín que Pordenone había plasmado en la iglesia veneciana de SanRocco alrededor de setenta años atrás. Una representación cuyo caballo, que levanta una de sus patas delanteras mientras avanza oblicuamente hacia el espectador, ha sido señalado como precedente de retratos ecuestres de Rubens, especialmente el del duque de Lerma (Museo del Prado). Como en este último caso, una línea de horizonte muy baja contribuía a monumentalizar a los protagonistas.

El Greco incluyó en esta escena una nueva topografía de Toledo que, en palabras de José Álvarez Lopera, supone «una indicación del valor intemporal de la virtud de la caridad y debe ser entendida como una alusión más al fundador de la capilla, seguidor, en su ciudad -y no solamente en el Tours que conoció San Martín en el siglo tercero-, del ejemplo del santo». El historiador granadino del arte interpretó una posible representación del Artificio de Juanelo bajo el casco levantado del caballo; de ser los referentes más lejanos el castillo de San Servando y el puente de Alcántara (que en el siglo XVI conservaba aún su torre exterior, sustituida a comienzos del XVIII por el cerramiento barroco), el detalle estaría situado más bien a la altura del actual parque de Safont.

Se han conservado varias versiones de esta pintura (cuyo original regresó a esta ciudad hace unos meses para formar parte de la exposición El Griego de Toledo), entre ellas una que pertenece también a la NationalGallery de Washington, como el lienzo original (los descendientes de Widener lo vendieron a esta institución en la década de los cuarenta).

Con respecto a la representación de la Virgen con el Niño, Santa Inés y Santa Martina, originariamente situada frente a la anterior, es posible destacar un esquema compositivo muy similar al de la Coronación de la Virgen del retablo mayor. Las dos santas (ambas vírgenes y mártires, lectura que contribuye a presentar a María como «Reina de las Vírgenes», según Lopera) aparecen con sus respectivos atributos, el cordero y la palma. La cabeza del león, en donde se encuentra la firma (realizada con las iniciales de Domenikos Theotokopoulos, delta y theta, en minúscula), parece corresponderse con el martirio de Santa Martina y con la bestia que, en vez de despedazarla, acabó lamiéndole los pies.