La hepatitis, una enfermedad silenciosa que no da tregua

AGENCIAS
-

El virus, que puede detectarse en la sangre mediante pruebas de laboratorio, excepto la A y la B para las que hay vacunas, causa la muerte de cerca de 1,4 millones de personas al año

La hepatitis, una enfermedad silenciosa que no da tregua

 
La hepatitis es una enfermedad debilitadora y muchas veces mortal que ha asolado a la humanidad desde el principio de la Historia. Pero el curso de este mal cambió irrevocablemente gracias a la convergencia de un investigador médico que sentía curiosidad por saber por qué algunas personas son especialmente propensas a diversas patologías y de otro facultativo que se preguntó por qué muchas personas enfermaban tras recibir transfusiones de sangre.
Esa convergencia condujo a un descubrimiento que en menos de una década promovió una campaña de análisis de plasma que redujo enormemente la incidencia propagada por transfusiones: la hepatitis B. El descubrimiento también llevó a conseguir una vacuna para esta afección de gran eficacia, que no solo supuso una nueva forma de proteger a las personas frente a las enfermedades infecciosas sino que también es el primer antídoto eficaz contra el cáncer de hígado. 
Pero los científicos, cuyo trabajo revolucionó el estudio de esta alteración, ni siquiera habían pensado en esa enfermedad cuando emprendieron sus indagaciones. Como suele ocurrir en la ciencia y en la medicina, el histórico descubrimiento no surgió del estudio con objetivos, sino de exploraciones dirigidos a responder a preguntas más básicas sobre la naturaleza humana.
La hepatitis viral es una de los trastornos infecciosos más comunes, y se calcula provoca 1,4 millones de muertes en todo el mundo cada año. La ictericia característica, que normalmente la hepatitis B provoca en la piel de sus víctimas, ha permitido que ésta se haya detectado con facilidad a lo largo de la historia. 
Aunque algunas personas padecen una forma severa de esta patología, que resulta mortal con gran rapidez, otras personas con hepatitis crónica no experimentan síntomas agudos, sino que pueden perder peso, sentirse cansados, tener dolores abdominales e ictericia y sufrir daños en el hígado. En estos casos la alteración continúa dañando el órgano durante un período de 15 años o más, hasta que se produce la muerte prematura por fallo hepático o cáncer. Además, gran cantidad de personas en todo el planeta son portadoras, lo que significa que sus sistemas inmunológicos toleran el virus y no lo consideran un agente extraño. Por tanto, estos enfermos no tienen ningún síntoma durante décadas, pero pueden infectar inconscientemente a otros. Las madres infectadas transmiten con frecuencia el virus a sus hijos recién nacidos, que se convierten en portadores porque el virus se considera una parte natural de sus cuerpos. 
 
EL MÁS COMÚN. Uno de los cánceres con mayor prevalencia en el mundo y el más común hasta la fecha es el de hígado.
Como generalmente no se detecta hasta que la enfermedad está en un estadio muy avanzado, esta alteración suele ser mortal en el año siguiente a su diagnóstico. Un estudio demostró que los portadores crónicos de este trastorno son 100 veces más propensos a morir de cirroris. En España se prevé que en 2030 el 50 por ciento de los pacientes con hepatitis C tendrá una alteración que podría derivar en un cáncer irreversible.