Batalla sugerente y creativa en la Catedral

Ana María Jara *
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Nueva edición de las Batallas de Órganos en un concierto en el que se escucharon sonoridades hispánicas, improvisaciones apocalípticas y referencias a Cervantes

En una noche de homenaje, se volvió a hacer historia. Siete órganos configuraron un concierto que solamente es posible en Toledo. Los músicos, de refutada trayectoria, son conocidos en la ciudad. Su destreza solística se ha podido escuchar y disfrutar en Santo Tomé. En esta ocasión, el desafío era formar parte de un equipo sincronizado, con una coreografía y disposición estudiadas al detalle.

El repertorio del concierto incluía autores consagrados, piezas de aparente libertad en torno al Libro del Apolcalipsis y sonoridades quijotescas. El inicio fue una declaración de intenciones de los organistas, con el rotundo ‘tiento’ del valenciano Juan Cabanilles. La obra se convirtió es una oportunidad para explorar las posibilidades del instrumento y aunque el órgano en el que componía Cabanilles no disponía de pedalera completa, la obra fue expresiva y contundente.

Desde los órganos Berdalonga y Echevarría, los músicos Márquez y Takano,  interpretaron la ‘toccata Cleopatra’ de Aurelio Bonelli. La obra, que fue publicada en Venecia en 1602, de tema legato y reposado, permitió que los músicos, ambos residentes en Valencia, demostraran una perfecta compenetración en los bellos pasajes de la pieza. A continuación, un músico también italiano y contemporáneo de Bonelli, Ruggiero Trofeo. La ‘canzona’, posibilitó que los órganos enfrentados dialogaran en un tiempo vivaz y enérgico.

G. F. Haendel, el compositor alemán más admirado en Inglaterra, fue el autor que hizo sonar  los realejos por primera vez anoche. Fueron Pinardel, organista en Notre Dame de Grâce en París y Montero, músico toledano referente cultural de su ciudad, los encargados de interpretar el ‘Concierto Op.4, nº 5’. Una obra conocida y versionada pero que en los realejos adquirió una nueva dimensión. El Larguetto, de sonido dulce y de enriquecido contrapunto dio paso a un Allegro de melodía evocadora y despreocupada sobre un bajo  estable. Una Siciliana casi danzable anticipaba  un Presto de acordes ágiles que sobrevolaron en el teclado.

En una batalla como la de anoche es decisivo reflexionar qué órgano se emplea en cada pieza. Para la ‘ensalada’ de Sebastián de Aguilera que interpretó Márquez, realizarla desde Berdalonga tuvo sentido. Un órgano potente, pero que no renuncia a la sobriedad y características del autor, permitiendo contrastes sonoros.

La improvisación es característica inherente a las batallas. Anoche, el último libro del Nuevo Testamento se hizo música. Cuatro jinetes del Apocalipsis y cuatro organistas, creadores de melodías que cabalgaron entre cromatismos. Tensión y contención en  la recreación de la Guerra, el Hambre, la Muerte y la Victoria.

En  los textos cervantinos se esconden referencias a canciones populares, romances y paisajes sonoros. Tal y como hiciera Ravel con Couperin, Pinardel rindió homenaje a Cervantes,  siguiendo la traidición francesa del ‘tombeau’.

‘La voluntad de Cervantes’ se hizo música en un alarde de vigor caballeresco. ‘Las aspas de los molinos’ fueron melodías cíclicas y con ‘El asno de Sancho Panza’ aumentó la intensidad sonora que condujo a ‘La tumba de Cervantes’, con sonidos rotundos.

La presencia de J. S. Bach en un concierto en el que aparecen grandes figuras del órgano, era imprescindible. El reto en esta ocasión fue adaptar el ‘Concierto para dos claves BWV 1061’ a la sonoridad de los realejos. El toque del clavecín, es delicado y ligero, perfecto para desarrollar el contrapunto barroco. Por ello, Márquez, Takano como solistas y Montero recreando a una orquesta que moldea el discurso,fueron precisos en la articulación pero sin renunciar a las posibilidades que ofrece el órgano.

Un autor de referencia es Francisco Correa de Arauxo. Takano interpretó ‘Tiento y discurso’. La obra, aunque fechada en 1626,  desplegó melodías atrevidas e innovadoras en su época.

Los cuatro organistas tomaron posiciones en la ‘Batalla’ del navarro Jusepe Ximénez antes de finalizó el concierto con dos improvisaciones de título evocador. ‘En Dragón y el combate’ se generó un intercambio de melodías que enmudecieron ante la majestusoidad del órgano Emperador. Sonoridades esperanzadores en ‘La Nueva Jersulamen’ como punto final de un concierto magistral.

El bis reclamado por el público permitió escuchar variaciones sobre el bajo de la Follia. Música que escucharía Cervantes y que forma parte de nuestro legado cultural. Legado que suena majestuoso en conciertos como el de anoche.

 * Ana Mª Jara es musicóloga y profesora en el Conservatorio Profesional de Música Jacinto Guerrero de Toledo.