Una realidad colorida y poliédrica

J. L. M. / Talavera
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La Escuela de Arte acoge hasta el próximo 20 de enero una exposición con una treintena de cuadros de Ricardo Fernández, pintor y fotógrafo talaverano que muestra un especial atractivo por composiciones similares de las de Picasso o Miró

El autor junto a varios de los cuadros expuestos en la Escuela de Arte. - Foto: Peña

La Escuela de Arte acoge hasta el próximo 20 de enero una exposición de Ricardo Fernández, artista talaverano de 48 años que tiene en la pintura y en la fotografía dos herramientas con las que transmitir a los demás su particular manera de ver el mundo y la realidad que le rodea. La muestra que se puede ver en el citado centro educativo, fue inaugurada en la noche del jueves pasado bajo el título ‘Inventario’, y está compuesta por una colección de una treintena de cuadros en los que se pude apreciar la evolución artística de Fernández, pero en los que sobre todo el pintor deja muy claro que, tanto el color como la forma, son elementos vitales en el paisaje poliédrico que muestra al espectador.

Sus composiciones son una especie de impacto visual en forma de puzzle caótico repleto de tonalidades vivas y muy atrayentes. Pero esta primera impresión se suaviza al ver el cuadro con algo más de detenimiento y al comprobar que las piezas del rompecabezas encajan bien y muestran, al mismo tiempo, detalles perfectamente identificables de elementos que superan la más simple abstracción. De esta forma, en una de las rocambolescas creaciones se puede percibir con claridad la silueta de la Basílica de Nuestra Señora del Prado; en otra se distingue el cuerpo de una mujer desnuda; en una más hay un grupos de jazz con su contrabajo, batería, piano y saxofón; en otra una típica menina de Velázquez; en otra un dios azteca...

Los lienzos de Ricardo Fernández transmiten improvisación inicial, pero lo cierto es que están repletos (especialmente los más actuales) de una depurada técnica pictórica en la que la imaginación y, al mismo tiempo, la paciencia, van de la mano a la hora de obrar piezas que, salvando las distancias, recuerdan a grandes cubistas como Picasso y a oníricos llamados por el surrealismo como Miró.

De todas manera, en el caso del arte hay que dejar siempre un tanto de lado las valoraciones meramente críticas y acercarse directamente a la obra para tener una opinión más personal.