Un grito desesperado por Toledo y su patrimonio

Justo Monroy
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Ellen Lange observa desde su ventana cómo una enorme manzana se va a convertir en hotel de lujo y ha alertado a las instituciones, incluida la Unesco, del peligro de turisficación del centro

Un grito desesperado por Toledo y su patrimonio - Foto: Ví­ctor Ballesteros

Podrá ser legal, se lamenta Ellen Lange, desde su vivienda en Pozo Amargo, pero desde luego «no me vale. Sólo falta que metan un hotel en la Catedral». Como vecina del Casco, Lange se muestra preocupada por la falta de planificación turística en la ciudad y la incidencia de los cinco proyectos hoteleros en marcha en el centro histórico. Mira por su ventana y donde antes había antiguas viviendas, que seguían la morfología histórica de la ciudad, balconadas y de fondo la Catedral, hoy ve una mastodóntica obra del hotel que la cadena Eurostars construye la bajada del Pozo Amargo. Y se pregunta si esta pérdida de patrimonio residencial, su identidad y del skyline histórico es realmente bueno para la ciudad, si aquello de pensar solo en el turismo, caiga quien caiga, va a ser bueno, o pan para hoy hambre para mañana. Su conclusión es que los turistas no quieren esto.

Más bien, apunta, los que como su familia, vienen de fuera y se enamoran de la ciudad, hasta el punto de quedarse a vivir en ella, quieren «un Toledo vivo, un Toledo con su identidad». Muy triste se pondría su madre, apunta, licenciada del arte, si viera cómo está cambiando la ciudad desde el piso que comprara en 1990. «Se moriría de pena si viera lo que está ocurriendo», apunta Lange.

Ella todavía recuerda cuando, siendo niña, venía a Toledo y conocía a los vecinos del entorno. Sus vecinas, con más de seis décadas de residencia, rememoran la antigua peluquería. En definitiva, «aquí se conocen todos, y pueden contar muchas historias», todo ello, en un barrio muy especial, el de los Canónigos, junto a la Catedral. Ese es el Toledo por el que ella apuesta, por un Toledo de sus residentes, de artistas, estudiantes y de gente que quiera vivir allí, no el de los hoteles.

- Foto: Ví­ctor Ballesteros

Porque está convencida de que Toledo tiene la responsabilidad de cuidar su patrimonio, y no sólo eso, también de sus viejos edificios residenciales, para que siga atrayendo «a gente de verdad interesada en el arte». Al contrario, ve que se está haciendo como en Venecia o Barcelona, ciudades en alerta por el exceso de turismo. Es algo que «quizás da dinero a corto plazo, pero es peor a la larga». Porque las siguientes generaciones se pueden encontrar un Toledo destruido para el turismo. Para eso, hace falta una planificación turística, para que los visitantes convivan con los residentes y el patrimonio.

Patrimonio perdido. Lange concreta más en su denuncia. Desde esa misma ventana ha visto «desaparecer» suelos de espiga muy antiguos, del siglo X, forjados, bóvedas, miradores, balcones y hasta un pozo. Por no hablar del histórico cobertizo. Todo ello ha movido a esta noruega afincada en Toledo a mover cielo y tierra en defensa del patrimonio de su ciudad.

Lange ha acudido a las instituciones para denunciar lo que está ocurriendo. Ha presentado cinco escrito en el Ayuntamiento, un escrito y dos correos electrónicos a Patrimonio y sendas quejas a Unesco y a Icomos. La primera denuncia al Ayuntamiento fue justo hace un año, el 9 de febrero 2018, y recibió contestación seis días más tarde. Ella denunciaba que se está acabando con la estructuras de antiguas vigas y miradores, tirando las vigas en buen estado. Pedía que el Ayuntamiento vigilara las volumetrías y la estructura de las fachadas, tan cerca de la Catedral, y que no se sustituyera lo existente por un edificio moderno. El Consistorio le respondió que la obra tenía licencia municipal, tras el visto bueno de la Comisión de Patrimonio. También tenía control arqueológico. En cualquier caso, el proyecto estaba a su disposición.

- Foto: Víctor Ballesteros

En su segunda denuncia, apuntaba que la maquinaria se dejaba atada al Pozo Amargo, incluso durante los fines de semana. Más adelante centra sus críticas en la destrucción del cobertizo. En el Ayuntamiento aseguran que volverá a su estado original, mientras que Patrimonio dice que tendrá diferenciarse, para que se note que es una reconstrucción. Según parece, el Ayuntamiento mandó su retirada tras una denuncia vecinal por peligro de derrumbe. «Pero se equivocan, aquí no había peligro de derrumbe, y una vez que se ha quitado, ya no es lo mismo», apunta esta vecina.

Las denuncias en el Ayuntamiento continuaron, y también en Patrimonio, donde, reconoce Lange, la han tratado muy bien y le han aportado toda la documentación que ha solicitado. La conclusión es que todo es legal, hay valores que se están protegiendo, otros se han llevado al museo de Santa Cruz y otros finalmente se integrarán en el hotel, una vez restaurados.

Quizás, por lo tanto, el problema no es ese, sino que, reflexiona Lange, se den tantas y tan fácilmente las licencias a la hora de crear hoteles, que Toledo se convierta en un Disneyland para turistas, sin facilidades para que lleguen familias y el Casco siga vivo. Lange se lamenta que desde la Arquitectura Municipal no se sea más cuidadoso. Porque de no ser así, se puede entrar en el bucle de casas que se abandonan, ruina y hotel. Después Patrimonio, por muy cuidadoso que quiera ser, ya lo tiene más difícil.

Su queja ante la Unesco va en este sentido. Apunta que «me preocupa que los políticos no estén pensando correctamente en las decisiones aquí. En lugar de restaurar los edificios antiguos, que tienen maravillosas estructuras de madera antiguas, simplemente los están derribando, sin piedad ni respeto». Además, «ha habido varios cambios preocupantes en los últimos años en el centro histórico de la ciudad de Toledo; cerrando tiendas tradicionales locales, las artesanías tradicionales locales casi desaparecen. No hay interés en cuidar cualquiera de estas artesanías tradicionales y las tradiciones que se transmiten de generación en generación. Los residentes locales siguen mudándose, y el turismo está creciendo fuera de control. En lugar de ocuparse de los edificios históricos del Casco antiguo, muchos de los cuales se utilizaron para viviendas para residentes locales, se están vendiendo a grandes cadenas hoteleras, la última es este hotel de 5 estrellas justo al lado de la catedral».