Juan Bautista se familiarizó con los molinos de viento desde niño. Inalcanzables para los millones de escolares que leen con fruición El Quijote, este hombre nacido hace 38 años en la localidad ciudadrealeña de Campo de Criptana subía a diario a la sierra para alinearse con la fila imposible de ingenios antediluvianos. Tanto se fajó en visitar a esos gigantes, que se le compuso un cuerpo quijotesco. Y se le prendió de adolescente la intriga por desentrañar ese paisaje blanco. Dos años de formación en carpintería molinera alimentó el oficio, que lo condujo con sólo 20 años a hacerse autónomo. Casi dos décadas pletóricas de trabajos por la provincia, con paradas en Tembleque, Urda, Los Yébenes, El Romeral, Quero, Las Ventas con Peña Aguilera y Consuegra.