Toledo, teléfono rojo

Adolfo de Mingo | TOLEDO
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El telediario informó en 1986 de un supuesto informe del CESID según el cual se habrían producido reuniones entre un funcionario de la Junta y un espía de la KGB

A comienzos de 1986, hace ahora treinta años, llegó a los informativos de Televisión Española un rumor que acabaría situando a Toledo en la segunda edición del Telediario. Un supuesto informe del CESID (Centro Superior de Información de la Defensa, antecedente del CNI) aseguraba que un alto funcionario de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha había mantenido encuentros con un miembro de la KGB en el Restaurante La Cubana, uno de los establecimientos más conocidos de Toledo.

El bulo no habría pasado de mera anécdota de no estar pendiente en aquel entonces el futuro del campo de tiro de Cabañeros y existir aún dentro del cercano término de Sonseca una base de observación americana, instalada en la provincia en tiempos del presidente Eisenhower. Eran los primeros tiempos de la Perestroika y Castilla-La Mancha daba sus primeros pasos. José Bono Martínez presidía la Junta de Comunidades desde 1983, un año antes de que Ronald Reagan anunciase desde California, con humor bastante discutible, que había dado la orden de iniciar los bombardeos sobre la Unión Soviética. Menos mal que todo fue una broma.

Lo que ahora les contamos, no.

Fue el viernes 10 de enero, justo antes del programa Un, dos, tres, presentado por Mayra Gómez Kemp, cuando el supuesto encuentro entre el funcionario y el espía entró en el cuarto de estar de millones de españoles. Nadie dio nombres. Solamente se comunicó que la reunión se había producido en Toledo el año anterior en el restaurante La Cubana. Un estupefacto José Bono tuvo que desmentir el rumor al día siguiente, tras una llamada al subsecretario de Defensa, Gustavo Suárez Pertierra. Narcís Serra ocupaba la cartera de Defensa. Según las declaraciones del presidente autonómico -de las que se hicieron eco distintos medios castellanomanchegos, como el periódico Lanza-, era «rigurosamente falso» no solo que tal encuentro se hubiera producido, sino que el CESID tuviera noticia de célula alguna de la KGB en Castilla-La Mancha. Ni siquiera en ninguna otra región de España.

El soufflé se habría deshinchado tan rápidamente como surgió de no ser por la publicación, un mes después, de un artículo en la revista Alianza, editada por Alianza Popular. Lo firmaba Jesús María Ruiz Ayúcar, diputado de las Cortes de Castilla-La Mancha. En él sostenía que el supuesto agente de la KGB tendría intereses en conocer la situación de Cabañeros y la base estadounidense de Sonseca (que desaparecería como tal en 1991, manteniéndose como centro sismológico aunque sin presencia americana). Además, se preguntaba si en el supuesto encuentro se habría visto comprometida la seguridad nacional. El grupo de Alianza Popular en las Cortes regionales -según recogió en las páginas de información regional de Lanza el periodista Gómez Herruz a finales de febrero- se preguntaba incluso por «las medidas adoptadas para que no puedan repetirse situaciones similares» y si el funcionario que mantuvo el encuentro con el espía soviético «continúa trabajando en la Administración regional». El artículo de Alianza -finalizaba Gómez Herruz- citaba «fuentes próximas al Gobierno de la nación» para señalar que, aunque no existiese una red de espías en Castilla-La Mancha, sí «se han observado, dicen, actividades y visitas de agentes de servicios extranjeros». Finalmente, la cordura se impuso.

Al recordar aquellos tiempos -lo mismo sucede al ver la película de Kubrick ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964)- cuesta trabajo evitar una irónica sonrisa. Será que afloran los recuerdos al encontrar portadas con supuestas conspiraciones internacionales que, al final, quedan en papel mojado. Oficialmente, así pasó en este caso, pues el diario de sesiones de las Cortes no recoge información alguna acerca del extraño affaire, digno de la imaginación de John Le Carré: la reunión entre un funcionario de la Junta y un espía en uno de los restaurantes más conocidos de Toledo.