La región retorna al PIB de 2008 pero con el doble de paro

Álvaro de la Paz
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La tasa de paro en la región bajó del 10% en varios trimestres de la década anterior. En el inicio de 2013 rebasó el 31%. Ahora está en el 19%, cifra que duplica la de 2008

La quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 descorchó un largo periodo de recesión en la economía global. Aquella gran caída, centrada en origen en Estados Unidos y en el sector financiero, no tardaría en contagiarse al resto del mundo. España, una nación muy bancarizada y expuesta como pocas al negocio de la construcción, iniciaba un año después un periodo de recesión que dejaría, en los cursos posteriores, millones de puestos de trabajo perdidos. Castilla-La Mancha, una réplica del modelo español con un peso relativo aún mayor de ambos sectores, sigue sufriendo los rigores de la crisis. La riqueza regional regresó en 2017 al mismo nivel alcanzado antes del pinchazo de la burbuja; los datos de paro, sin embargo, se muestran lejos de las cotas holladas entonces.

Castilla-La Mancha duplicó su PIB entre 1998 y 2007. Aquella década representó el gran salto adelante para una región creada como entidad administrativa en los primeros ochenta. La cercanía con Madrid, la mejora de las comunicaciones -por carretera especialmente- y la llegada del dinero europeo repercutieron positivamente en la comunidad que articula la meseta sur. Paralelamente, la confluencia de bajos tipos de interés y las respectivas legislaciones municipales favorables a la edificación de viviendas alentaron el auge de la construcción. El sector multiplicó su capacidad y tiró de otras empresas auxiliares -madera y cerámica, entre otras manufacturas habituales en la región-, financiado por el crédito fácil que concedían bancos y cajas de ahorro. El paro se redujo por debajo del 10%, una cifra históricamente baja.

El estallido de la crisis acabó con aquel espejismo y separó aún más la distancia de Castilla-La Mancha con la media nacional. La construcción, muy ligada al atractivo de las zonas próximas a Madrid (convertidas en áreas residenciales, ciudades dormitorios) disparó artificialmente la actividad económica y la riqueza disponible. La quiebra del modelo, ejemplificada por el rescate de Caja Castilla-La Mancha o el fiasco del aeropuerto de Ciudad Real, supuso el final de una era.

Tras la zozobra provocada por sucesivas quiebras de grandes firmas internacionales, los ingresos de las administraciones públicas no tardaron en menguar. La caída de la recaudación vino marcada por una muy escasa actividad empresarial y por la consiguiente destrucción de puestos de trabajo. El paro comenzó a crecer de forma espectacular. En la región no se volvería a crear empleo neto hasta 2014. Toledo, por su parte, reprodujo tal caída. En el primer trimestre de 2013, la tasa de paro en la región alcanzaba el 31% y en la provincia el 32%. España había formalizado el rescate del sector bancario el año anterior. La crisis se hacía más profunda. Las cifras de paro juvenil eran difícilmente asumibles. En Castilla-La Mancha se llegó al 67% entre los menores de 25 años.