El Ayuntamiento de Toledo asume su competencia y pone fin al cierre político de las dársenas de Safont

Francisco J. Rodríguez
-

Operarios municipales comenzaron ayer los trabajos previos a la instalación de semáforo que regulará la salida de autobuses y permitirá la retirada de las vallas municipales que impiden su uso

El Ayuntamiento de Toledo asume su competencia y pone fin al cierre político de las dársenas de Safont - Foto: David Pérez

El Ayuntamiento de Toledo procedió ayer a instalar el semáforo de la discordia, el que ha mantenido clausuradas desde el mismo día de su inauguración las dársenas del remonte mecánico de Safont.

Operarios municipales han comenzado a preparar la zona para la instalación del semáforo, cumpliendo así con la marcha atrás revestida de ultimátum que el concejal de Tráfico y Movilidad, Rafael Perezagua, comunicó en el último Pleno municipal. Concretamente, el edil responsable de la seguridad vial en la ciudad señaló un plazo de 15 días para que la Junta les entregara las obras del remonte o buscarían «las herramientas jurídicas para ocupar las instalaciones», incluidas las polémicas dársenas, arreglar lo que consideraran oportuno y abrir el paso a los autobuses.

No habrá que esperar a agotar los plazos, porque tras la comunicación por escrito de las intenciones municipales a la empresa pública Gicaman -encargada de las obras-, ésta no ha tardado ni un segundo en remitir, también por escrito, una respuesta al equipo de Gobierno que lidera Emiliano García-Page.

Los operarios municipales trabajaban ayer en la canalización del cableado del futuro semáforoLos operarios municipales trabajaban ayer en la canalización del cableado del futuro semáforo - Foto: David Pérez «Esta Administración no tiene inconveniente alguno en que hoy mismo instale el semáforo que estime pertinente y permita que las dársenas cumplan su función», responden desde la Junta a los concejales Rafael Perezagua y Javier Nicolás (Urbanismo), alejándose de cualquier polémica con el Ayuntamiento y tratando de buscar una solución a un cierre eminentemente político.

Los hechos así lo evidencian. El pasado 10 de septiembre, el mismo día de la inauguración del remonte, el alcalde de la ciudad acudió a hacerse la foto con la presidenta regional. Se la hizo y, nada más terminar el acto y mientras los primeros ciudadanos hacían uso de la esperada infraestructura, la Policía Local recibía la orden verbal de proceder a la clausura de las dársenas al considerar que en la zona existía peligro de colisión si no se regulaba la salida de los autobuses con un semáforo.

La percepción de tal riesgo pasó desapercibida para la administración competente en materia de infraestructura viaria hasta el mismo día de la puesta en marcha del remonte, puesto que en acuerdo del proyecto técnico no se realizó observación alguna por parte del Ayuntamiento.

La Junta, a través de la empresa pública Gicaman, se mostró desde un principio a favor de instalar dicho semáforo, llegando a manifestar que se eligiera el tipo de modelo para proceder a su pago. El Ayuntamiento, por su parte, se enrocó en la necesidad de volver a convocar la comisión de seguimiento de las obras, enquistando la recepción de la obra y manteniendo el cierre de las dársenas, que siguen sin poder ser utilizadas para la carga y descarga de los autobuses turísticos.

Sin argumentos para mantener su postura, llegó el anteriormente citado ultimátum de Perezagua, un cambio de intenciones que, si nada se tuerce, tiene que poner fin a la surrealista polémica.

Si los plazos se mantienen, la segunda semana de noviembre será la fecha señalada para que el semáforo entre en funcionamiento y el remonte pueda ser al fin utilizado a pleno rendimiento por toledanos y turistas.