Pesadilla en Layos

J.M.
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La familia de Sagrario López quedó atrapada en su casa el día 16 por una riada "tremenda"

Sagrario recordará para siempre aquella tarde del 16 de agosto. Y sus padres, ya ancianos. Y su hija de 18 años. Y el benjamín, de sólo 11. No será el recuerdo placentero de un día de verano junto a los seres queridos, sino una pesadilla con la lluvia y un arroyo desbordado como tristes protagonistas. «Como la película del tsunami», decía el niño al ver una riada que engullía toda la parcela de la casa y amenazaba con atropellar la vivienda. La familia vive en la calle General Mola de Layos y quedó atrapada por el desbordamiento de un cauce. «Estábamos rodeados de un océano. Pasamos mucho miedo, era tremendo», repite esta mujer que grabó unos vídeos estremecedores del agua arrasadora. Como consecuencia del desastre: la piscina y un pozo, destrozados; y dos vehículos con notables daños. Y tanto barro después, que llegaba hasta la cintura.

Era la sexta ocasión que sufría anegaciones por el desbordamiento del arroyo desde que se construyó la vivienda hace 20 años con las licencias pertinentes. Pero el 16 de agosto a las 17,30 horas empezó una pesadilla sin parangón. Cinco llamadas a los servicios de emergencias resultaron infructuosas; nadie fue a socorrer a la familia, según el relato de Sagrario, de 45 años. La familia sí vio a los bomberos una hora después y habló con ellos por teléfono, pero los agentes fueron finalmente a atender otro aviso. «Mi hijo no lo entendía porque pensaba que los bomberos estaban para ayudar», lamenta la mujer.

«Estábamos desesperados. Yo estaba nerviosísima. Bajaba el agua a una velocidad», afirma. Los padres de Sagrario López estaban en una casita del jardín, y ella y sus hijos, resguardados en un chalet situado en alto, temían por la integridad de los ancianos.

Pasado el agua, quedó el barro. El pegajoso y engullidor barrizal. Varios vecinos, incluido el teniente de alcalde, acudieron en su llamada y empezaron a retirar kilos de barro hasta la medianoche. Al día siguiente por la mañana, el equipo de voluntarios prosiguió con la operación para rescatar a una familia que pasó más de un día encerrada en la casa.

«Siempre me he visto afectada por todo, pero aquí no ha venido nadie», afirma la mujer por las inundaciones que ha sufrido desde que construyó la vivienda en pleno núcleo sin una cobertura del Ayuntamiento para remediar las avenidas de agua.

La suciedad del cauce. Sagrario atribuye la riada a la suciedad habitual del arroyo. Sólo ha visto limpiar el cauce dos veces en 20 años. Muy poco para un caudal que a veces resulta desbordante con las aportaciones, por ejemplo, que proceden de Argés o Cobisa. Y sigue insistiendo, como ha hecho años atrás, en la limpieza del cauce, ahora mismo alfombrado de suciedad que convierte en amenaza cualquier lluvia. Sagrario y su familia intentarán protegerse al máximo con la construcción de un muro.

El temporal afectó por extensión a todo Layos. «Gracias de todo corazón a todos los vecinos, amigos, trabajadores del ayuntamiento y demás personas que habéis hecho posible que nuestra localidad recupere, dentro de lo posible, la normalidad», decía el Ayuntamiento de unos 650 empadronados en un comentario público por la bravura de la tormenta de verano que descargó la víspera de la celebración de la fiesta del Santísimo Cristo del Buen Camino y Nuestra Señora del Rosario. Un 16 de agosto.