Una luna de miel en Nueva Zelanda

J.M.
-

José Luis Gómez y Rosa Eugenia Prieto han viajado a Nueva Zelanda para empezar a trabajar como apicultores contratados por una empresa de ese país. Hace sólo cuatro años, los dos se iniciaron como aficionados con colmenas en Pepino y Navamorcuende

El pregón de las bondades de la audacia resulta una constante en estos tiempos de promoción de las aventuras que enriquecen una vida. Pero, a la postre, dar un giro copernicano sigue siendo un desafío de primer nivel al alcance de los más atrevidos. A la hora de la verdad, surgen los miedos. Sin embargo, hay gente que supera los temores y se embarca en experiencias trepidantes y extraordinarias. El matrimonio formado por José Luis Gómez y Rosa Eugenia Prieto suponen un ejemplo sobresaliente. Junto con sus dos hijos de 9 y 11 años se han embarcado en la peripecia de ser apicultores en las antípodas de España, en Nueva Zelanda.

José Luis regentaba en Talavera una empresa de reparación de fachadas y se empezó a interesar hace cuatro años por la apicultura. La crianza de abejas empezó a absorber su tiempo y el de su esposa. Ambos empezaron con tres colmenas y extendieron la dedicación a más de un centenar en Pepino y Navamorcuende. A la vez, estos apicultores aficionados se preocupaban por alimentar su formación con cursos sobre la obtención de la miel y la consecución de los enjambres, necesarios para el aumento del ganado. Los dos cursaron hace más de un año en La Nava de Ricomalillo el certificado de profesionalidad de apicultor.

«Me empezó a picar el gusanillo», explicaba a este diario José Luis, de 46 años, horas antes de embarcar el día 5 rumbo al continente oceánico. Tanto, que llegó a sus oídos un anuncio de una empresa neozelandesa que necesitaba apicultores. El matrimonio decidió ponerse en contacto con la empresa Knof Honey y la enviaron sus currículos. Hubo flechazo. «Les gustó nuestro perfil», afirma.

La empresa neozelandesa se comprometió a firmar un contrato de trabajo y contar con la pareja entre su equipo de apicultores. «Hay mucha demanda de apicultores. Es un negocio en expansión», explica al respecto José Luis sobre las circunstancias de este viraje en sus vidas.

No obstante, fue una decisión sopesada porque el proceso ha durado un año. Hace un mes, obtuvo el visado, de los que ya disponía el resto de la familia y prepararon el viaje en avión, de 31 horas de duración.

«En España es más difícil vivir de la apicultura», reconoce este hombre que hasta ahora sólo había visto la apicultura como un complemento económico para su familia. Precisamente, Nueva Zelanda se caracteriza por la evolución más industrial de este sector que deriva en un mayor rendimiento de las colmenas.

«Me gustaría estar los tres años», subraya por la duración del visado, que puede ser prorrogado por el gobierno neozelandés. De momento, la familia se irá a vivir a la isla norte, concretamente a la población de Hunterville, donde está radicada la empresa Knof Honey, a unas dos horas de la capital, Wellington.

Las empresas de apicultura neozelandesas demandan apicultores y se nutren, por ejemplo, de especialistas procedentes de Sudamérica. Como curiosidad, el país oceánico cuenta con una titulación universitaria en el arte de extracción de la miel.

¿qué es la miel de manuka. «Si te gusta cuidarte a través de productos naturales estás de enhorabuena, pues ahora puedes encontrar la miel de Manuka de Comvita, reconocida mundialmente por sus beneficios para la salud. Esta miel procedente de Nueva Zelanda es única por su sabor y sus propiedades saludables, ¿quieres saber qué la hace tan especial?», dice el anuncio de una conocida empresa de supermercados.

La miel de manuka se deriva del néctar de los árboles del mismo nombre (Leptospermum scoparium) y tiene un componente adicional a la potente actividad antimicrobiana de otras mieles de abeja. Las atribuciones son tan extraordinarias que los botes se venden a un precio que varía entre los 100 y los 200 euros. Desde ahora, también tendrá un marchamo provincial.